- Era evidente que algo iba a decir, que iba a acudir a una palabra concreta o a un cántico determinado de lo que fue una ejemplar marcha pacífica de dos horas.

Todos sabíamos que iba a querer tergiversar, enredar, meter basura y pretender poner a la ciudadanía en contra de los convocantes y los manifestantes. Era obvio que iba a recurrir a su falso apoyo a la Guardia Civil y también estaba claro que nos iba a insultar. Francisco Antonio González, Delegado del Gobierno en Ceuta, yendo un paso más allá que su compañera de partido, Yolanda Bel, nos ha llamado “miserables” a quienes el pasado sábado acudimos a la playa de El Tarajal a pedir justicia, transparencia y respeto por la vida. Todos sabíamos que lo iba a hacer. Es más, muchos no descartamos aun la posibilidad de que en los próximos días nos llegue alguna multa, pues salta a la vista que al Delegado no le gustó la manifestación. Y ya sabemos lo que ocurre cuando algo no le gusta.

Podría decirle muchas cosas. Podría decirle que alguien que, junto con todo su partido en bloque, votó en el Congreso de los Diputados a favor de apoyar la ilegal invasión de Irak no tiene ningún tipo de legitimidad moral para llamar miserable absolutamente a nadie. Podría decirle que si tuviera un mínimo de pudor y respeto por el ciudadano debería haber abandonado la política tras constatar lo que tal fatídica y cobarde decisión contribuyó a crear, no sólo en Irak, sino en todo el globo. Aunque es más que probable que tan desmedida soberbia le impida, aun a día de hoy, admitir que aquello estuvo mal, que invadir países (con la mentira como excusa, además) para robarles sus recursos naturales está mal. Incluso es probable que se sienta orgulloso de su contribución a la gesta de su admirado Aznar.

Podría decirle que si de verdad apoya a la Guardia Civil debería ser él, junto a los demás dirigentes políticos que, como él, nos mintieron durante los días posteriores al 6-F, quien asumiera su responsabilidad, en lugar de esconderse, de nuevo como un cobarde, como un cobarde que apoya guerras imperialistas y criminales como la de Irak y que aún tiene la desvergüenza de insultarnos a los demás, tras los tricornios de la Benemérita.

Podría decirle que apoyar a la Guardia Civil es dotarla de medios y, sobre todo, de protocolos de actuación meridianamente claros para que los agentes sepan siempre lo que deben hacer en momentos de tensión y dificultad como los del 6 de febrero de 2014. Podría decirle que no somos los que pedimos respeto por los DDHH en la frontera quienes, de manera ventajista, elaboramos críticas facilonas y populistas desde el confort de nuestro sillón, sino al contrario.

Son ellos, los señores como Francisco Antonio y quienes por su derecha se escinden y escriben ridículos alegatos xenófobos, los que, desde la comodidad que nos otorga haber nacido en esto que conocemos como primer mundo, jamás se ponen (o lo hacen de boquilla, nunca promoviendo leyes que así lo demuestren) en la piel del otro, del inmigrante, del pobre, del invadido y el saqueado por las políticas apoyadas por los señores como Francisco Antonio. Lo cómodo es decir “Que no pase ni uno, yo vivo muy bien, que se jodan, mételos en tu casa”. Lo difícil, lo que conlleva generosidad y esfuerzo, es exigir el cumplimiento de la legalidad internacional, es decir, supeditar toda política fronteriza al respeto por los DDHH, reconocer que antes que nuestro derecho a proteger nuestras fronteras existe el derecho a la vida del “otro”. Lo cómodo y lo populista es decir “Yo apoyo a la Guardia Civil”, embaucar y engañar al ciudadano en lugar de fomentar el pensamiento crítico y los valores cívicos.

Podría decirle al señor Francisco Antonio que estar con la Guardia Civil no es apoyar todo lo que hagan todos los guardias civiles, que si un grupo de guardias civiles se saltan la ley y disparan pelotas de goma a gente a punto de ahogarse, el deber de un demócrata, es más, el deber de un defensor de la Guardia Civil, es denunciar tal actuación y exigir responsabilidades políticas y penales, de igual modo que es obligación de todo ciudadano denunciar al maestro que maltrata a sus alumnos, sin que nadie con dos dedos de frente considere tal acción de denuncia como una afrenta hacia los maestros o la labor docente. Podría llamar manipulador al señor Francisco Antonio González por usar a la Guardia Civil de manera partidista e interesada. Podría hacerlo, claro que sí.

Podría recordarle todas estas cosas. Podría recordarle que con su voto apoyó una guerra que, según algunas fuentes, ha causado más de un millón de muertes. Podría recordarle que se demostró que nos mintió y que lo que es de cobarde y de miserable es esconderse tras la Guardia Civil. Podría insultarle, como ha hecho él, pero no lo voy a hacer. Hay personas que no merecen que los que aun albergamos un mínimo de sensibilidad y empatía nos pongamos a su altura. La política debería ser algo diferente a lo que representan personajes como Francisco Antonio González. Ojalá lo sea dentro de poco.