- Aunque teóricos e intelectuales como Ernesto Laclau, fallecido hace unos meses, hayan elaborado estudios profundos sobre las dimensiones positivas, plebeyas y emancipadoras del significante político “populismo”, no cabe duda de que en la Europa Occidental el término posee una carga valorativa absolutamente negativa.

En nuestro entorno, acusar a alguien de populista significa llamarle demagogo, mentiroso, embaucador, vendehumos. Asumiendo esta concepción, el politólogo conservador (colaborador del Partido Popular en su tarea de “regeneración democrática”) Benigno Pendás, en un reportaje emitido el pasado viernes, decía que el populismo “simplifica los problemas” y añadía, como ejemplo populista, hablar de “la maldad intrínseca del gran capital frente a la bondad natural de la gente”. Realmente, con esta frase, era el señor Pendás quien simplificaba hasta el absurdo el discurso de su adversario político para así presentarlo como ridículo. El señor Pendás hacía populismo para acusar a los demás de populistas.

El discurso conservador, el discurso de la casta, también puede ser tachado de populista si medimos con los mismos parámetros. Decir que “todos somos buenos, tenemos los mismos intereses y hay que apretarse el cinturón” en una coyuntura en la que las clases populares se empobrecen y se sacrifican a la par que las grandes fortunas obtienen pingües beneficios de eso que llaman crisis me parece simplificar bastante la realidad. Decir que no hay antagonistas, que no hay disputas, que no hay conflicto entre interés económico individual e interés social colectivo o que la corrupción es un problema de miserias humanas en lugar de buscar explicaciones políticas complejas, sí que es, en mi opinión, populismo y demagogia.

Por el contrario, eso de hablar de lo que, en tono de chiste, el señor Pendás llama “maldad del capital” implica explicar las cosas. Si hablamos del fascismo o de las dictaduras del Cono Sur de los años 60, los Pendás de turno nos dirán que el ser humano es como es y que de vez en cuando pues mira, aparece gente mala y loca como Hitler y pasan estas cosas. Nos dirán que el fascismo es algo así como una enfermedad mental, en lugar de profundizar en su significado político como instrumento de poder en los momentos de crisis. Nos darán una explicación para idiotas. En cambio, esos que “simplificamos los problemas”, hablaremos del interés económico de las burguesía europea, del avance de las ideas socialistas y el miedo de las oligarquías, de la construcción como sujeto de las clases medias alemanas o italianas, de la Doctrina Monroe y la colonización económica de América Latina y el Caribe, de las guerrillas de liberación nacional y de muchos más componentes.

Si el populismo es “ofrecer explicaciones sencillas a problemas complejos” no hay nada más populista que defender el statu quo. Decir, por ejemplo, como me dijeron hace unos días que “en Ceuta no hay racismo porque hay musulmanes en la Policía y echamos partidos de fútbol entre cristianos y musulmanes” evidencia una falta de profundidad, una superficialidad, una estulticia, en definitiva, un populismo que deslegitima a su emisor a la hora de verter acusaciones sobre los que, de manera contraria, buscamos explicaciones políticas y sociológicas para entender la desigualdad, la pobreza o la violencia, sobre los que nos negamos a asumir que si en un barrio existe un 90% de desempleo es porque, por arte de magia, ha dado la casualidad de que un 90% de personas vagas y parasitarias por naturaleza han acabado habitando el mismo espacio, de igual manera que nos negamos a asumir que si en televisión triunfan programas basura para tontos es porque, efectivamente, la gente es tonta. No, la gente no es tonta y por eso mismo hay que buscar explicaciones racionales para entender el triunfo de lo banal y superficial en televisión, para entender por qué la gente vota lo que vota aunque vaya en contra de sus intereses, para entender por qué existen continentes enteros asolados por la miseria.

Populista es el que dice que no hay racismo porque Obama es negro y no hay leyes de apartheid; que no hay patriarcado ni machismo porque hay mujeres que trabajan, votan y conducen; que las condiciones socioeconómicas o raciales no importan a la hora de alcanzar el éxito porque Samuel Eto’o, originario de Camerún, es hoy millonario. Populista es el que nos dice que hay países de listos (países ricos) y países de tontos (países pobres), que la vida es así. Populistas son los politólogos y sociólogos a sueldo del Partido Popular.