- Los hipsters son la primera subcultura que, bajo la apariencia de rebeldía, defiende los valores impuestos por el capitalismo contemporáneo. Palabras como independencia, creatividad o innovación son la cara amable del espíritu individualista y competitivo que propone el sistema, y la presunta exquisitez de criterio de los hipsters ha creado un consumismo que no avergüenza, sino que genera orgullo.

'Descripción de Indies, hípsters y gafapastas', de Víctor Lenore.


A todo el mundo le gusta autodefinirse como “libre pensador”, creer que sus conclusiones diarias acerca de la vida son independientes de condiciones materiales o relaciones de poder. En nuestra sociedad posmoderna, profesar una ideología es algo desfasado y negativo: las ideologías “atan” y no nos permiten ver la realidad porque “todo es relativo”. Y como todo es relativo, no hay verdades, no hay nada. No hay luchas que merezcan la pena porque no existen grandes relatos, no hay explotadores ni explotados, no hay injusticias. El mundo es lo que es y “todo depende del cristal con que se mira”. Ya se sabe: “Ni el bueno es tan bueno ni el malo es tan malo” y, por supuesto, “los extremos se tocan”. Nada merece compromiso.

Lo guay, lo “moderno” es “ir por libre”. Quien decide afiliarse a un partido político o a cualquier otro tipo de organización es un idiota que jamás pensará por sí mismo. Tú, en cambio, eres diferente al resto de borregos. Eres independiente, un “outsider”, por mucho que tu opción de “ir por libre” sea, precisamente, la opción escogida por la inmensa mayoría de ciudadanos del planeta, es decir, la opción “borreguil” por antonomasia. No importa, tú eres “libre” y los “alienados” y “condicionados” por sus trasnochadas ideologías son los demás.

Te consideras un rebelde. Todos queremos ser rebeldes porque ser rebelde mola. Partiendo de esta base, lo principal sería, pues, dar respuesta a la siguiente cuestión: ¿Qué es ser rebelde? Por desgracia, la mayoría de dispositivos de nuestra industria cultural nos venden una imagen borrosa y distorsionada de la rebeldía. No hay nada más patético y triste que observar a alguien que no se moja por nada, que da la espalda a la política (que CREE que se la da mientras lanza, sin saberlo, opiniones puramente políticas, puramente ideológicas) o que te dice “Yo no me manifiesto porque no sirve” considerar que su postura es algo mínimamente cercano a la rebeldía.

Si hay algo “no-rebelde” es eso. Si hay algo con lo que el poder se siente cómodo es con una masa de ciudadanos no comprometidos que consideran que su “no compromiso”, expresado a través de una clara asunción de los valores de la clase dominante (individualismo, competitividad, relativismo, cinismo…), constituye algún tipo de acto de subversión. El paraíso posmoderno. El paraíso neoliberal. Lo opuesto a cualquier tipo de postura rebelde, crítica y contestataria.