““Ceci n'est pas une pipe” (Esto no es una pipa). El cuadro no es una pipa, sino una imagen de una pipa. Como dijo Magritte: “La famosa pipa. ¡Cómo la gente me reprochó por ello! Y sin embargo, ¿se podría rellenar? No, sólo es una representación, ¿no lo es? ¡Así que si hubiera escrito en el cuadro "Esto es una pipa", habría estado mintiendo!””

No me pregunten por qué pero después de ver, escuchar y reflexionar sobre el video colgado por la diputada local Nayat Mohamed me ha venido esta frase del maestro belga a la cabeza. Quizá haya sido por la contrariedad de sus actos, quizá por hacernos responsables a los ciudadanos de no poder sostener su situación personal (cual artista que guía el ojo que aprecia su obra) o quizá porque empiezo a estar harto del modelo de desarrollo social que permitimos con ejemplos como el suyo encumbrados a representantes de todos.

Me presento, señora Mohamed: soy un joven de 28 años, parado, como usted, que cuenta con tres años de experiencia laboral y que está inmerso en un proyecto de emprendimiento social con cero apoyo. Al igual que no quiero hacerme responsable como ciudadano de sus decisiones personales, algo que mezcla con su función pública, entiendo que usted tampoco lo haga de las mías.

Hace cuatro años, después de finalizar mis estudios universitarios, decidí declinar algunas oportunidades laborales fuera de Ceuta porque tenía un objetivo muy claro: contribuir con mis destrezas como persona al desarrollo social de mi ciudad. Compartir las ventajas que me ha dado la vida (no más que a usted) y hacer un ejercicio de empatía con las personas que siempre me han rodeado, que me han ayudado a construir mi moral.

Después de ver el video-respuesta a sus compañeros, algo que podía haber limitado a su entorno, no he podido parar de pensar en su falta de sentimiento hacia nosotros, los ceutíes, y hacia lo que usted representa como diputada electa. Me preocupa seriamente que venda a la ciudadanía que tiene una hija y un marido en paro. ¿Le preguntamos nosotros a usted por qué tomó esas decisiones si no tenía recursos suficientes para afrontar las consecuencias?. Crear escuela con estos asuntos es bastante peligroso, a mi también me gustaría tener hijos ahora que soy joven y cuento con salud para ello, pero me planteo que no sería capaz de garantizar a mi hijo los recursos que se merece.

Me duele que usted haga una oda al intrusismo asistencial que tanto daño hace a nuestra economía. Usted saca pecho de tener dos vías de sustento económico público (una potencial), obviando que somos usted, yo y todo aquel que lee esto los que contribuimos a ello. Obviando que el campo de la educación y la política tienen una vertiente común, las personas. Obviando por completo que antes que usted, una mujer joven, con una formación sólida (pagada por todos), salud y fuerza, contamos con bastantes mayores en nuestra ciudad que necesitan esos recursos para sobrevivir. Y me duele que obvie que miles de estudiantes universitarios locales podrían, con lo que usted va a cobrar en estos nueve meses, emprender proyectos independientes de desarrollo social y económico dentro de nuestra ciudad y así comenzar a germinar el camino hacia una economía local sostenible, no basada en el intrusismo asistencial que usted representa.

Mi desconcierto se extiende a que obvie algo fundamental en una persona joven que quiera contribuir al desarrollo de una comunidad: la ética, esa en la que tantos millones se dejó el ministerio de educación para impartir una asignatura en el colegio a los chavales de su generación y la mía. No lo hicieron por gusto; fue una apuesta firme por crear un nuevo mundo que no es posible sin ella. ¿Con qué cara le cuenta un padre a sus hijos que deben estudiar para conseguir sus herramientas si ejemplos como el suyo derriban cualquier argumento que atisbe la independencia personal? ¿Qué futuro buscamos en nuestra ciudad si, pese a toda la inversión educativa, no creamos personas independientes, que cogen las riendas de su destino y son consecuentes con él? Ese destino que a muchos jóvenes caballas nos queda por escribir, y que nos permitirá contribuir al desarrollo de una ciudad más justa, en la que no se confunda el intrusismo asistencial con la auténtica necesidad.

Le pido que recapacite y se replantee su situación como representante de todos, le pido que tenga en cuenta que usted es un agente social, el espejo y el recurso humano de muchos para encontrar soluciones y dar voz a sus problemas; y le pido que se haga responsable de sus decisiones, en su beneficio y en el de todos los ceutíes.

Por mi parte, seguiré encantado de que “Ceci n’est pas une pipe” permanezca en los museos, pero lucharé con todas mis fuerzas para que no lo haga en nuestra ciudad como concepto político y social. Ojalá también lo haga usted.