- Llevo la mitad de mi vida en esto. Al principio no fue más que una actividad deportiva, pero a medida que pasaron los años, se volvió una parte de mi.

Aún me acuerdo de esa ilusión por montar a Pipi en Viña Acevedo, o aquellos días frustrados por las carreras de la ciudad, que impedían subir a disfrutar de nuestra pasión. Pero de lo que más me acuerdo es del paso a la Tanda de las 12.

Esa tanda en la que conocí al que sería mi primer grupo de amigos. Sara, Sarita, las Marinas, Jose, Emilio, Andrea,Raúl, y un muy largo etcétera. También nuestro monitor, Chico, que desgraciadamente para nosotros decidió seguir con otro camino, pero no fue un "adiós", sino un "hasta pronto", de eso estoy seguro.

Las acampadas durmiendo en el suelo, lo difícil que era vestirnos para montar después de no haber dormido ni tres horas, o incluso las caídas a la arena, que nos hacían ver las cosas desde otra perspectiva. Es cierto que no he sido la persona más devota a este deporte, pero si una persona a la que este deporte le cambió la vida.

No tengo ningún recuerdo que no sea feliz de este maravilloso lugar; y dentro de poco existe la posibilidad de que nos lo arrebaten sin piedad. Sinceramente, no me parece justo. Seguiremos luchando.