- El  Área de Migraciones de Izquierda Unida condena la instalación de las llamadas concertinas, alambres con cuchillas, en las vallas de Ceuta y Melilla, medida que muestra hasta qué extremo puede llevar la concepción de una Europa fortaleza, insensible al sufrimiento y los derechos humanos en aras del control de las migraciones.

La instalación de estos objetos cortantes que pueden generar lesiones graves e incluso la muerte de quienes huyen de los conflictos armados, buscan protección frente a persecuciones de todo tipo o, simplemente, aspiran a una vida mejor, son un atentado contra el Derecho internacional de los derechos humanos. En el control de las fronteras no vale todo.

Las cuchillas que ahora se están instalando ya fueron retiradas en 2007 por el Ministerio del Interior debido a las terribles consecuencias que su uso estaba generando, ya que se evidenció la gravedad de las lesiones que producían a las personas que intentaban saltar la valla en búsqueda de protección. En su momento fueron condenadas por el Defensor del Pueblo español, asociaciones de migrantes y numerosas organizaciones de derechos humanos.

Los recientes dramas reiterados en Lampedusa han demostrado que las medidas de control de fronteras, que no ha parado de reforzar la Unión Europea en los últimos decenios, en vez de hacer desaparecer el drama de las migraciones lo han aumentado. Los controles aéreos y marítimos llevados a cabo por la agencia FRONTEX, los radares y complejos sistemas de vigilancia, la conversión de los países de nuestro entorno en implacables gendarmes utilizando como pago la cooperación y los acuerdos comerciales, la externalización de las fronteras lo único que han conseguido es desplazar los puntos de llegada de las personas migrantes y hacer cada vez más arriesgados los desplazamientos.

Son millares las personas migrantes que pierden la vida en la frontera sur de la UE, como lo hacen en todos los puntos calientes del planeta, ya sea en el Río Grande que separa México de Estados Unidos, las costas de Australia en el océano Índico o las fronteras de Sudáfrica. Ante estos hechos, rasgarse las vestiduras ante tragedias como las vividas en Lampedusa no es más que un ejercicio de hipocresía, pero la instalación en las vallas de Ceuta y Melilla de ‘instrumentos de destrucción masiva’ de los cuerpos de personas migrantes va más allá, es un acto de maldad incalificable, una crueldad que define un Gobierno y una sociedad que lo permita.

Por todo ello, el Área de Migraciones de Izquierda Unida llama a la rebelión ciudadana frente a este atropello a los derechos humanos y nuestra integridad moral. Rebelión que debe expresarse en la calle y en las instituciones. No cabe ‘obediencia debida’ ante medidas que atentan contra la dignidad de una forma tan brutal y cruel. Máxime cuando se trata de una medida inútil que no disuadirá de los saltos a la valla, fruto de la desesperación, la injusticia y las desigualdades provocadas por el capitalismo globalizado, y que sólo contribuirá a aumentar el dolor y el sufrimiento de personas migrantes y refugiadas.

El Área de Migraciones de Izquierda Unida exige la retirada inmediata de las cuchillas o concertinas de las vallas de Ceuta y Melilla, por lo que propondrá al Grupo parlamentario de la Izquierda Plural varias iniciativas en este sentido. En este sentido, varios representantes institucionales y cargos de la dirección están preparando una visita a Melilla en el mes de diciembre para conocer de primera mano la situación. Asimismo, consideramos que la campaña de las elecciones europeas, que se celebrarán próximamente, es una buena oportunidad para confrontar una política global que ampara este tipo de prácticas y que supone justo lo contrario de lo que debería ser un espacio de justicia y libertades, comprometido con los valores de la solidaridad y la universalidad de los derechos humanos.