vivas

Javier Ángel Díez Nieto

Este, no es un cuento cualquiera del “Erase que se era”, sino que quizás sea un cuento del “Es que se es y (…) ahora”, dedicado con palabras útiles y fragantes al sueño de nuestro Little “Alguien”. Par entre pares, grande entre los grandes, magnifico entre los magníficos, presidente entre los presidentes (…) en fin (…) que el único y primero es ese “Alguien”, cuya música soñada, que solo él es capaz de oír en sus sueños, alcanza el cielo como la primera y única que se escucha. Porque en estos (…) sus sueños (…) se siente grande en un hermoso jardín donde los rayos del sol se rezagan, solo a su gusto, para todos. Y son sueños, que bien contados siempre nos cambiaran el real teatro de un vasto y triste despacho, abarrotado de cosas raras, transformándolo en una hermosa jaula de oro dentro del hermoso palacio por su sueño creado. Porque los cuentos, sobretodo (…) los contados, son mucho más bellos y mejor vestidos que los que la realidad de nuestra ciudad nos pudiera relatar. Pero (…) ¡Así, deben ser lo sueños, propios e ilimitados en la fantasía de la frente de los que sueñan!

Por eso, cuando silenciosamente el blanco reloj de la noche cruza el cielo, haciendo las horas de los sueños redondas y eternas, es entonces que conociendo como sus pies anduvieron ente los impregnados recuerdos del día terminado, solo el Little ¡Alguien” sueña con su sueño. Porque él, en la noche llena de ilusión que su fantasía personal inventa, todos los días se cuenta un cuento nuevo. Y de esta manera, sueña con castillos construidos sobre blancas nubes que como continentes viajan por la ambiciosa imaginación de su inmenso poder soñado, aunque eso sí (…) manteniendo siempre un puñal en la mano por si acaso algún que otro alguien no le sigue en su sueño. Porque es ahí, en ese pequeño mundo imaginario, donde cada uno puede creerse que sentado en el sillón presidencial consigue que la luz de la luna en las noches brillantes, llueva plata liquida sobre las calles, y donde pacientemente puede esperar que al amanecer cuando se despierte la ciudad, el ardiente sol la convierta en nuevo oro regalado que pueda repartir entre sus fieles súbditos. ¡Ah…que bonito debe ser el sueño de nuestro Little “Alguien”!.

A veces (…) solo a veces (…) algunos no se creen su cuento, tantas veces por él contado y aburridos no escuchan su relato. Porque siempre hay alguno que mirando fijamente el cielo creado en sus sueños, ve que solo es un sueño y entonces impasible y con perfecta convicción dice (…) ¡Tus sueños (…) Little “Alguien”, no son ciertos!. Pero entonces, el Little “Alguien”, descendiendo de su sillón real, pregunta (…) ¡Ay…tú quién eres (…) que no me crees!. Y pensando que solo un tonto no puede creerle, le explica otro cuento que habla de prebendas (…) beneficios y también que si calla su escepticismo, alcanzara el hermoso castillo por él creado en las nubes que cubren su cielo. Entonces, ante el desconocido miedo a algo malo, el disidente se calla y sumiso desaparece del sueño de nuestro Little “Alguien”. ¡Qué bello es soñar, sin enemigos conocidos!

Y así sigue el repetido sueño, que todas las noches con sus días nuestro Little “Alguien” sueña. Ya que en su mundo de fantasía, que solo él sabe que existe y que además sabe cómo se hace e incluso como podría no hacerse, puede amenazar con acabar su sueño, haciendo desaparece el castillo y su creada nube junto a su imaginaria su ciudad con todos sus súbditos. ¡Por ello, exige que se mantenga su sueño y que se sigan cantando canciones que acunen aún más su ilimitada fantasía, ya que siempre habrá algo para sus trovadores!

Más ante tanto sueño, son cada día más los que paseando por la ciudad, observan cuantas rarezas y ficciones encuentran en su creado castillo de nubes. Pero en su sueño, Little “Alguien”, sigue soñando en que solo él es capaz de dirigir la ley y la libertad de su manejado y necesitado pueblo. Así, siendo en su creado castillo él, el único rey y juez, perdona y castiga conforme a sus motivos y causas personales, siempre para él éticas y justas. Por eso, todos los demás que se encierran en su sueño, solo esperan suplicando por su piedad para que esta fantasía les alcance también a ellos. ¿Por qué solo es allí donde podrán disfrutar del hermoso color de los días y de las noches, soñadas en sus sueños!

Y aquí, termina el contado cuento de Little “Alguien”, quien todavía feliz en su sueño, sigue soñando con su castillo construido encima de las blancas nubes, esperando que el sol convierta las calles en oro para poder seguir repartiendo toda la ilusión que desea para sí y (…) para algunos pocos más. Más la vida de los sueños es efímera, por eso seguro (…) seguro, que conociendo su infatigable imaginación, ya estará construyéndose otro castillo en otra nube lejana, donde rodeado de bellas piedras espejadas conseguirá hacer que con su reflejo se hagan más grandes sus sueños. Y de esta manera, entre reflejo y reflejo de grandes brillos espejados, se cerrara para siempre en otra jaula de oro que en sus sueños se ha forjado. ¡Y así seguirá soñando en el país de Nunca Jamás, del que nunca salió, ni saldrá jamás! El problema es que casi nunca la vida real encaja con sus sueños.