- En 1956, la Asamblea General de Naciones Unidas recomendó que se instituyera en todos los países un Día Universal de la Infancia que se dedicara a la fraternidad y a la comprensión entre los niños y las niñas del mundo entero y, desde que se aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño el 20 de noviembre de 1989, convirtiéndose así en el instrumento de Derechos Humanos más ampliamente refrendado en la historia de la humanidad, se declaró el 20 de Noviembre como el Día Internacional de la Infancia.

A pesar de esto, cada día se vulneran los derechos de millones de niños y niñas en todo el mundo y, por lo tanto, todas las instituciones y la sociedad civil en general sin excepción debemos responder a este reto y continuar luchando para que la Convención se convierta en una realidad en beneficio de los niños y niñas de todo el mundo.

El objetivo del Día Internacional de la Infancia es recordar a la ciudadanía de que los niños son el colectivo más vulnerable y el que más sufre las crisis y los problemas del mundo. Este día internacional nos recuerda que todos los niños tienen derecho a la salud, a la educación y a la protección, independientemente del lugar en el que hayan nacido.

Dedicar un día internacional a la infancia también sirve para hacer un llamamiento sobre las necesidades de los más pequeños, así como para reconocer la labor de las personas que cada día trabajan para que los niños y niñas tengan un futuro mejor.

En el Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía (MDyC) somos conscientes de que la infancia es un período en el cual se configura nuestra persona y por ello, los niños han de recibir una educación de calidad, una nutrición digna, una protección frente a las enfermedades y un derecho al ocio.

Como colectivo especialmente vulnerable, desde el MDyC luchamos y lucharemos por los derechos fundamentales de la infancia como la no discriminación, el interés superior del menor, el derecho a la vida y al desarrollo y a la participación. Los niños, son el futuro de nuestra sociedad, y como tal, han de ser tratados de una forma especial, elevando sus derechos fundamentales por encima de cualquier interés, ya sea político, económico o religioso.