Esto (…) no nos engañemos (…), esto es solo un cuento. Así, que nadie intente sacar otras interpretaciones. Por ello, procurando que este cuento sea algo original y que además sepa comunicarlo con agrado, me he metido en un aprieto al que no estoy acostumbrado, consecuentemente intentare conciliar lo leído y vivido con el cuento. Es decir (…) el río humano y sus repetidos lamentos nacidos para el momento; los dulces apacibles desfiladeros del cielo y los milagros que convocan a la consagración de la humanidad junto a la indiferente fantasía, que confusa con sus extraños compañeros de pasión y fuego desencadenan el embeleso. Con su mezcla procuraré hacer un espectáculo tal, que ocurriendo suficientes cosas y desenredándolas ante nuestros ojos, podamos escoger entre ellas algo que nos dé contento.
Y así (…), con una pizca de verdad, poca claridad, un derroche de embrollo, una chispita de música y una prudente velocidad que pasando del mundo al infierno llegue al cielo, espero que se lea con atención. Y si con ello los lectores no bostezan:¡No será tan malo el cuento!. Por ello y aunque un cuento siempre es caramelo blando de sorber, debe explicarse antes de comenzar el ¿Por qué? Y el ¿Por qué?, es que en esta ciudad chiquita y marinera, pasan cosas y muchas más cosas que aunque son tozudas y notorias, nadie las entiende, pero da igual, los cuentos (…) cuentos son y (…) ¡Nada más!. Pero malo será el cuento si es un charlatán el que lo cuenta y un niño el que bosteza. Por ello, espero que quien lo lea no bostece, al menos escandalosamente. Porque todas estas cosas son las que se cuentan y nos cuentan los medios acerca de nuestros tiempos.
Mas ya está bien de contar historias tontas, por lo que casi sin más preámbulos, comienzo a contar el cuento! Y para ello caminaremos por la fantasía, ya que siempre la ilusión divierte, porque nunca hay que olvidar que: “Lo que no ha ocurrido jamás en parte alguna es lo único que no envejece”.
EL CUENTO: “El presidente de la ciudad es el mejor presidente del mundo mundial, y así nos va” “FIN”.
Y aquí acaba el cuento, que en las calles todos leemos y nos contamos diariamente.