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Abdelmalik Mohamed

En julio del año pasado, el jefe de Gobierno, Saâd Dine El Otmani, con motivo de los actos de inauguración de las nuevas instalaciones en Rabat del Consejo Nacional de Prensa (CNP), pronunció un discurso que aún pervive en la memoria de muchos de los asistentes.

El Otmani señaló “la necesidad de organizar la profesión de periodista dado el desorden en el mundo en términos de flujo de información y noticias falsas, y agregó que los verdaderos profesionales están trabajando para organizar la profesión para diferenciar entre el profesional que ejerce de conformidad con la ley y las normas vigentes y con total respeto por la ética profesional, y los pseudo periodistas”.

El Otmani añadió que “la ética de la profesión está en manos del Consejo, que debe hacer lo necesario para la organización del sector ''.

Por su parte, el presidente del Consejo Nacional de Prensa, Younes Moujahid, afirmó que "la inmunización de la profesión requiere un marco de acceso a esta profesión, de acuerdo con las disposiciones legales y éticas y de acuerdo con criterios científicos y contractuales capaces de bloquear el camino para los intrusos”.

Mohamed Laâraj, Ministro de Cultura y Comunicación, recordó en su intervención que “el Consejo Nacional de Prensa disfruta de muchos poderes y competencias, incluida la autorregulación del sector, prueba de la independencia de los medios y la prensa en el Reino, y señaló que el Reino allanó el camino para un periodismo profesional, responsable y creíble”.

Una de las muchas prerrogativas que el Gobierno concedió al CNP consiste en que puede emitir carnés de prensa a periodistas marroquíes, así como que tiene entre sus funciones velar por el buen comportamiento ético de los profesionales del periodismo.

Ahora bien, la acreditación de periodistas extranjeros sigue dependiendo del Ministerio de Comunicación, única institución con capacidad legal para conceder y retirar acreditaciones a periodistas extranjeros.

El Ministerio de Comunicación no hace públicas las identidades de los periodistas extranjeros acreditados en el país, sin embargo, y de forma extraoficial, todo el mundo sabe quién goza de “legitimidad para informar” y quién no.

La acreditación es indispensable para acceder a ruedas de prensa, realizar entrevistas a miembros del gobierno y a funcionarios, cargos electos, etc., así como para acceder a información veraz y con unos mínimos de calidad contrastada. Todo lo demás es periodismo furtivo.

No es nada fácil conseguir la acreditación como periodista extranjero en Marruecos. Uno de los requisitos es que el peticionario sea periodista y así debe demostrarlo. Otra de las condiciones es que debe vivir del periodismo, y así justificarlo con ingresos mensuales “suficientes y razonables”, es decir, cobros que debe recibir con regularidad mensual del medio para el que trabaja, todo ello en cuenta bancaria establecida en exclusiva para ese fin.

El año pasado, por ejemplo, el Ministerio declinó la renovación de varios profesionales, quienes no tuvieron más remedio que dejar Rabat, capital política y sitio natural de cualquier periodista extranjero debidamente acreditado, para trasladarse a sitios y ciudades desde las cuales “seguir informando”, aunque ya sin la correspondiente acreditación oficial y sin legitimidad moral.

Es a este tipo de periodistas, los que no consiguen la acreditación oficial, a los que se refiere Younes Moujahid, presidente del Consejo Nacional de Prensa, cuando les define como intrusos, y que El Otmani llama pseudo periodistas.

Los lectores deben mantener la prudencia ante la ingente información que llega desde Marruecos y en ningún momento concederle total credibilidad, sobre todo si es promovida por periodistas que decidieron emigrar de Rabat, señal inequívoca de que el camino del papeleo de la acreditación se torció, así como que los medios que las publican se harían mucho bien si también publicaran las correspondientes acreditaciones expedidas por el Ministerio de Comunicación de Marruecos a los periodistas que las firman.

La falta de acreditación oficial invalida cualquier información, así como que influye negativamente en el perfil profesional de aquellos periodistas que sin estar legalmente reconocidos siguen publicando noticias.

Bien hizo Moujahid cuando los definió como “intrusos”.