- Los que tengáis la amabilidad de leer este articulo sabréis si ya os a tocado o no la lotería y estaréis seguramente plenamente inmersos en las Navidades.

Algunos disfrutando y otros deseando que terminen, pero de una u otra forma metidos de lleno en sus ritos. Junto a las costumbres de reunirnos entre los familiares, los amigos, los regalos, el turrón o la anteriormente citada (y deseada) lotería, están determinadas películas que siempre vemos por estas fechas.

Cada uno tiene su lista, en la mía está “Qué bello es vivir”. Esta reinterpretación del “Cuento de Navidad” de Dickens refleja muchos de los valores del ser humano, la solidaridad entre las personas de los distintos barrios y comunidades, la creencia en el trabajo y en los proyectos de vida de cada cual y el reconocimiento de que, en algún momento de nuestras vidas, todos hemos necesitado, al menos una vez, la ayuda de otras personas, conocidas o extrañas para salir adelante frente a las dificultades que afrontamos y que, el darla o recibirla, no nos hace estar en situación de superioridad o de inferioridad, sino que nos hace, a mi modo de ver, mejores personas. Actualmente en nuestro país hay familias que pasarán las navidades llenas de estrecheces y dificultades y que a duras penas tendrán capacidad para hacer aquello que se espera que todas las familias hagan estos días, en nuestra Ceuta también.

Son ya datos conocidos los que señalan que el 27,3% de la población en nuestro país está en riesgo de pobreza o exclusión social, 700.000 familias no tienen ingresos mensuales y son muchas más las que viven con menos de 600 euros al mes. En este panorama viven los más de 2,5 millones de niños que están en una situación de vulnerabilidad y exclusión similar a la del resto de 397,5 millones de niños que viven en la pobreza en el mundo. Pobreza infantil que piensan algunos estados y gobernantes que quedan ya lejos de sus fronteras y que por lo tanto no les va a salpicar.

La desigualdad se ha globalizado y, cada vez menos, se puede hablar de países pobres o ricos, sino de personas que acceden o no a sus derechos, una buena educación, un buen sistema sanitario, un trabajo decente y vivienda digna, entre otros derechos que están convirtiéndose en artículos de lujo por mor de las reglas del mercado. Ante estas situaciones las administraciones (tanto central como local) están respondiendo de manera desigual pero siempre de modo insuficiente ante el incremento de las necesidades de la ciudadanía que no solo espera, sino que les exige mucho más compromiso y atención con las personas que están ahora en situación de vulnerabilidad. Familias que exigen y esperan de una respuesta eficaz que, mientras llega, ha hecho que muchas personas y colectivos se organicen para salir de las dificultades como pueden.

En nuestra ciudad son muchas las familias que han encontrado apoyo mutuo entre los vecinos y familiares para ir capeando el temporal, que por mucho que digan algunos, sigue soplando ahí fuera...¡¡y fuerte!!.

Familias que no solo saben lo que es la solidaridad, sino que la practican a diario, y que como muchas cosas en esta vida, se aprende por imitación, un valor que nos gustaría inculcar a los más pequeños, para que en su presente y en su futuro sepan que el ayudarse mutuamente hace que el mundo merezca más la pena ser vivido.

Estamos en Navidades y otro de los ritos es el de reflexionar sobre qué hemos hecho y qué podemos hacer más para ser mejores personas, igual que siempre, cada uno tendrá también su fórmula o sus listas, pero como he manifestado en alguna ocasión, no nos ayudamos para que el mundo sea mejor, el mundo es ya mejor porque nos ayudamos. Sigámoslo haciendo. FELIZ NAVIDAD.