Juan Redondo

Hace ya bastante tiempo que algunos vemos con claridad donde reside todo este problema fronterizo y en más de una ocasión hemos apuntado el camino de las soluciones. Ahora bien, no basta con señalar los posibles remedios, si después quienes tienen la responsabilidad política de resolver el problema, carecen de los redaños suficientes para aplicarlos y de eso, está demostrado que al partido gobernante, le está faltando bastante.

La cuestión a priori debería ser fácil de resolver, hay que parar esta entrada masiva y descontrolada de personas procedentes de Marruecos y acabar de una vez por todas, con el caos fronterizo que hace de nuestra frontera con éste país, una de las más desastrosa de Europa, verdadero coladero monumental, impropio de una zona que, a diferencia de otras similares en América o Asía, requiere de un mayor rigor y celo en su control y seguridad.

Es evidente que no se está por esa labor sino todo lo contrario, al parecer se obvia que Ceuta es puerta de Europa con el Magreb y por ende con el tercer mundo, donde por desgracia campan a sus anchas amplía variedad de radicalismos, guerras, miserias y hambrunas, así como un largo etcétera de calamidades, que hacen que todo tipo de personas, ideas e intenciones, busquen traspasar sus umbrales, ya sea para librarse de todos o algunos de esos males o simplemente con la intención de extenderlos y seguir haciendo el daño que ocasionan en origen.

Es precisamente para evitar que esto último ocurra, que existen las fronteras y las leyes en materia de seguridad y extranjeria, con las que se dota un país que se considere mínimamente civilizado y organizado según derecho. Como se puede observar, España y sus gobiernos parecen estar en otra onda, siendo abiertamente incapaces de cumplir con sus obligaciones en las fronteras de Ceuta y Melilla y sintiéndose impotentes para poner orden en ellas y asegurar el control que en estas se requiere, garantizando de este modo la seguridad en ambas ciudades.

El caos, la debilidad, la desorganización y la incapacidad para poner coto a todo este desastre por parte del gobierno español, hace de la situación un verdadero vergel para las espurias intenciones de nuestros vecinos marroquíes, quienes aprovechan la ocasión para añadir más leña al fuego y de ese modo presionar, cuando no extorsionar a España, buscando el mayor beneficio para sus pretensiones, que no son otras que colapsar ambas ciudades y llevar al gobierno español a una situación límite en la zona, en la creencia de que solo de ese modo éste se replantearía nuestra hasta ahora incuestionable españolidad.

Nada más alejado de la realidad, pues cuanto mayor es la presión que se ejerce sobre los españoles, más nos reafirmamos en nuestra condición hispana, el mundo entero lo ha podido comprobar durante los meses que llevamos de crisis catalana, y en Ceuta y Melilla no va a ser distinto. No es menos cierto que en nuestra propia casa también contamos con aquellos que están siempre dispuestos a favorecer a quienes quieren hacernos daño y por supuesto prestos para sacar la mayor tajada del asunto, personas o grupos que poco o nada de españoles tienen o por lo menos adolecen de todas aquellas virtudes que desde hace siglos nos adornan como pueblo.

Esos mismos grupos y personas son los que allanan el camino a quienes desean nuestra desgracia, precisamente aquellos que buscan cualquier oportunidad para llevarnos aún más al bloqueo. Noticias como las que hemos podido leer en los medios en estos últimos días, pueden ser un ejemplo de ello, desayunándonos algunas como la de que un Comité de la ONU “exige” a España que cese las devoluciones en caliente de menores a Marruecos, algo que podríamos considerar surrealista desde el mismo momento en el que alguien se le ocurrió nombrar ni más ni menos que a la dictadura Saudita, para el comité de derechos humanos de ese organismo internacional o reconvenciones realizadas por el Defensor del Pueblo, exigiendo menos intensidad en el control de los empadronamientos, justamente cuando es ahora que este asunto ha empezado a dejar de ser lo que desde hace años venía siendo, un verdadero choteo.

Lo que hace que nos preguntemos quién está detrás de toda esta intensidad peticionaria y de su pertinente “jaleamiento” mediático, evidentemente no pueden ser otros que los que durante muchos años se han estado beneficiando del desastre y la inacción en todo ese asunto, buscando directamente satisfacer sus propios intereses e indirectamente haciéndole como vulgarmente se dice “el caldo gordo” a Marruecos.

El asunto de los MENA es una consecuencia más de todo este desastre existente en las relaciones transfronterizas, del caos de la frontera, de espurios intereses locales, de la cobardía del gobierno y su incapacidad por resolverlo y desde luego de la falta de respeto que Marruecos demuestra desde hace mucho tiempo por España. Ese cóctel explosivo es el que hace que multitud de menores y no tan menores deambulen por Ceuta, sin ningún tipo control, pues si bien no todos poseen las mismas intenciones, quizá los buenos sean los menos, estando por lo general asociada su presencia a la creciente inseguridad que reina en nuestra ciudad. Esto lo sabe Marruecos y no hace absolutamente nada por dar una solución para sus menores, siendo por lo general la actitud de sus autoridades fronterizas la de mirar para otro lado o la de incluso incentivarles para que pasen al lado español, aprovechando el descontrol reinante en nuestra frontera.