Y de nuevo otra vez El Príncipe, pero no para hablar de su gente, de sus calles, del aroma de su esencia, del respeto de sus mayores, de los grupos de niños y niñas que disfrutan con el balón, de las mujeres que se reúnen para luchar por la igualdad, de los comercios que allí continúan, del mercado que siguen sin habilitar, del colegio que trabaja día a día con las escuelas de familias, del economato de Cruz Blanca, de los talleres que se hacen en el polifuncional. No, volvemos a situar el príncipe en la cuna del terrorismo y en uno de los barrios más peligrosos del país.

Ciudad sin ley, dice Tele Cinco, y aquí no pasa nada. Y sí, es vedad que son muchas las veces las que nos levantamos con la noticia de que han asesinado a un joven en nuestra ciudad, pero también son muchas las veces las que escucho que esto es inevitable, son muchas las veces las que intentan criminalizar a una población, son muchas las veces las que intentan atacar a la policía, y son muchas las veces las que buscan una oportunidad alejada de la unidad, que nada va a hacer solucionar el problema.

Querer centrar el debate exclusivamente en la seguridad es un error. ¿Con sólo la presencia de la policía acabaremos con la violencia? No

Es necesario una intervención integral desde la parte social y educativa, la violencia no es un hecho aislado que se produce de manera esporádica, la violencia tiene sus consecuencias, pero también sus causas. Rechazar la violencia y el delito nos obligan a un ejercicio de coherencia elemental porque hay que actuar en el momento, pero también debemos identificar y trabajar por culminar la raíz. Debemos atender con la mayor seriedad la prevención y la aplicación de medidas compensatorias. Como siempre he dicho, hay que prevenir, planificar y controlar.

El príncipe es un barrio donde existe violencia, cierto. Nadie niega eso, lo que rechazamos es la centralidad del mismo como objeto de todas las miradas sensacionalistas, o racistas, que intentan proyectar la situación como algo propio de la misma y no por una realidad a la que se someten quienes viven allí . El Príncipe sufre exclusión, por culpa de la gestión del partido popular de estos últimos 15 años. Es un barrio que vive en su identidad la desigualdad, por culpa de quienes sólo se acuerdan de él en campaña electoral. Desde que yo vine a Ceuta, hace 17 años, vengo escuchando que van a llevar a cabo un Plan Integral. Un plan que aun no he podido averiguar en qué consiste, porque ni siquiera han sabido explicarlo, mucho menos desarrollarlo.

Así que no, El Príncipe no es el barrio más peligroso del país, quizás el más olvidado, eso sí.

Y lastima, hemos perdido la oportunidad de que a Ceuta se la conozca por el Festival de la Convivencia, y no por ser un nido del mal llamado yihadismo, que ni eso han sabido denominarlo bien.

Y sí, Tingitana es una gran oportunidad para esta ciudad, lástima de quienes se empeñan en negarlo y en desvirtuar la finalidad de la denuncia que hicieron las personas organizadoras, pero no hay que olvidar que estamos intentando meter en cintura al partido que subió el IVA cultural al 21%, todo un imposible.

Y antes de terminar, quiero dar mi enhorabuena a la extraordinaria labor que ha hecho el Cuerpo de la Policía Nacional, para detener al autor del último crimen. ¿Hablara de eso Rosa Quintana? Lo dudo.