Juan Redondo

Aquí cuando se habla de invasión silenciosa en la mayoría de los casos se dan por aludidos algunos para con los que nada tiene que ver el tema. En más de una ocasión se ha dejado claro que para nada se está comparando a muchos ceutíes musulmanes, con todos esos que de manera fraudulenta se están asentando en la ciudad, en un proceso de invasión silenciosa perfectamente diseñado desde Marruecos, en colaboración claro está con ciertos políticos y centros culturales que a modo de quinta columna ejercen labor de zapa y viviendo encima a costa del dinero público.

Y para que se entienda este enunciado por si alguien no lo sabe, estos niños eran los que por derecho adquirido por sus abuelos o sus padres al haber pertenecido al ejercito, tenían la ración pertinente de una o varias porciones de esos panes denominado "chusco", digo niños como mayores pero en este casos ellos con su talegillas eran los mas significativos y muchos se verán reflejados en esto que escribo.

A esos se les identifica fácilmente ya que en Ceuta casi todos nos conocemos, muchos de ellos, amigos míos, para los que el tema religioso nunca fue motivo de conflicto y ni mucho menos se escuchaban términos como racista u otros derivados tan usados en la actualidad precisamente por aquellos que quieren hacer de la confrontación y el victimismo su modus operandi en política.

En Ceuta la situación está alcanzando ya verdaderos tintes surrealistas, rebasando ampliamente los límites del colapso y adentrándonos en un terreno que pone en cierto peligro la propia gobernabilidad de la ciudad. La situación es cada vez más compleja y delicada y son muchos los intereses externos que buscan dañarnos y es precisamente por todo ello que esa parte de la población ceutí y musulmana a la que aludo en este artículo de manera cariñosa y que desde hace muchas décadas forma parte de la realidad social de Ceuta, no se deben dejar embaucar por esos falsos profetas que apelan fraudulentamente a su sentimiento religioso con engaños y mentiras para victimizarlos, desarraigarlos y enfrentarlos con su españolidad, porque quien eso pretende sin duda alguna está al servicio de esos poderes externos que buscan dañarnos, colapsarnos y hacer inviables nuestra existencia como ciudad moderna y avanzada.