- Parece que estos tiempos no acompañan.

Ver a los partidos políticos sumidos bajo el velo de la sospecha constante de la corrupción como si se tratase de una seña indeleble de su identidad crispa la realidad de cualquier partido político democrático que se tercie pues esta realidad, aunque en los últimos meses forme parte de lo cotidiano, escapa a la verdad; pues son hombres y mujeres honrados y llenos de ganas por servir a la ciudadanía los que forman parte de toda sigla política, lo contrario a esto, suele ser lo excepcional y lo atípico, pero por desgracia, parece no ser esta la realidad que se muestra.

Y lo cierto es que al margen de realidades o mentiras, un pueblo no puede ver es sus valedores constantemente el halo de la traición y la mentira. El pueblo quiere verse reflejado en el buen hacer de sus gobernantes, y es esto lo que debemos mantener y amparar, y más en estos tiempos donde la desesperación corre como la pólvora.

Debemos crear conciencia y ser valientes, y aquellos que con pérfido pensamiento y manos ligeras hayan obrado de mala manera también de la misma forma han de ser apartados, Pero… ¡Ojo! debemos ser también coherentes con los preceptos que marcan nuestro ordenamiento jurídico y, donde no exista la duda, actuar, pero donde la haya, meditar y tomar decisiones correctas.

Por otro lado, esta realidad no nos debe servir de desánimo, es más, será otra dificultad contra la cual deberemos librar una ardua batalla, y si hay que pedir perdón por lo hecho por otros…, se pide, y si hay que salir y dar las explicaciones pertinentes para clarificar cualquier duda que pueda crear desasosiego y desánimo en nuestra pequeña sociedad, se clarifica, porque el pueblo debe saber y conocer. Y desde luego, lo que no se puede consentir es que otros utilicen el momento para crear más alarma social y vivir constantemente del miedo a lo que pueda venir, pues éste, aun no existe, tan sólo en las mentes de los que intentan hacer del miedo actual un daño futuro.

¿Se deben reconocer los errores? Pues sí, los errores se deben reconocer como base para empezar a cambiar las cosas, es por ello que necesitamos levantar el ánimo y las esperanzas de los españoles y, aunque ahora a la suma de todo lo que preocupa a la sociedad española haya que agregar la lucha contra la corrupción, debemos ser fuertes y no dejar que el desánimo caiga sobre las personas que con buen talante y buen hacer acuden cada día a servir a la ciudadanía, pues es su deber hacerlo, así lo decidieron millones de españoles cuando depositaron su voto en el partido popular y, por tanto, a ellos, a la ciudadanía, no se les puede faltar a la confianza que han depositado.

Pero también está en nuestra labor diaria hacer saber a los ciudadanos que hacer política no es sinónimo de delinquir, que hay hombres y mujeres respetables que dedican su tiempo a pensar por y para los demás, y que la única y mejor recompensa que se lleva un representante público es ver que las políticas que se plasman en su país, ciudad, población, dan sus frutos y se ven refrendadas en bienestar para la sociedad, ese es el único beneficio que deben llevarse los políticos y políticas y, estamos seguros que son muchos quienes llevan ese semblante pegado a fuego en su proceder diario, dignificando de esa manera la actividad política como una acción noble.

Sin embargo, no podemos escapar de los que deciden hacer de esta noble labor de servir a un pueblo, un mal ejemplo. En estos casos, sólo podemos apartarlos y dejar que sus acciones no formen parte de la vida que queremos, deseando que sea la férrea mano de la justicia quien se haga cargo de sus designios futuros.

Por ello, el Partido Popular, en voz del Presidente del Gobierno Mariano Rajoy, ha querido en su encuentro en Cáceres dejar claro que: “…la corrupción es un delito, pero lo peor de la corrupción es que mina la confianza entre los ciudadanos y quienes les representamos; deteriora el crédito de las instituciones; extiende una mancha de sospecha generalizada e injusta sobre todos quienes nos dedicamos a la vida pública y esa desmoralización acaba por socavar la base misma de un sistema democrático” .

Y es que la corrupción existe, se manifiesta en sus diferentes formas, surge en cualquier partido político, asociación, institución, sindicato y demás, pero no debemos olvidar jamás, que también en estas instituciones se forman y trabajan gentes honradas que conocen y saben cuál es el camino que traza la senda del buen hacer y, en el caso de la política, del buen gobernar, y cuáles son los cometidos que nos encomiendan los millones de españoles en las urnas, cuando deciden darnos su apoyo y esa, es la única misión a la que hay que prestar atención y, para la que hay que seguir trabajando.

Quizá, ahora el camino se torne más difícil, porque no es una visión tranquila la que se le da a la ciudadanía, pero no es imposible conseguirlo. Ahora devolverle a la sociedad la fe en las instituciones y en los partidos políticos debe ser también una de los cometidos que tengamos todos y, en esa misión también estará presente el Partido Popular, como lo ha estado en estos últimos años librando la batalla contra la crisis que azotaba a nuestro país.