pp psoe vox
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Carlos Antón

Abro el buzón estos días y me encuentro con una cantidad ingente de propaganda electoral: programas, cartas personales de los políticos como si nos conocieran de toda la vida, papeletas, más papeletas, sobres y sobres... 

Las calles aparecen engalanadas con las caras de los candidatos, en las farolas se balancean eslóganes, frases hechas, buenas intenciones imprimidas a todo color con ríos de tinta.. 

También nos topamos en plazas, aceras, parques, mercados e incluso en las puertas de las casas, cual vendedores de Avón, con regalos publicitarios: abanicos, huesos de plástico para guardar las bolsas de las cacas de los 🐶🐩 perros, pulseras, abalorios, bandoleras, bolígrafos, chicles, caramelos, gorras, sombreros, pen drives, linternas, punteros para iluminar pizarras, ceniceros de 🌊☀ playa, camisetas de manga corta, manga larga y sin mangas, llaveros y chupa chups que pintan los labios con logotipos a derecha y a izquierda. 

¿Qué nos cuesta este festival de despropósitos? ¿De dónde sale esa montaña de oro repartida como un maná que sacia el hambre de los votantes? ¿Quién lo paga? ¿Cuánto cuesta el despilfarro pornográfico y ridículo de este absurdo mercadeo? 

¿No es posible parar esta bacanal? ¿Tomaremos conciencia que la democracia se transmite desde otros medios más eficaces y nada gravosos para una sociedad muy empobrecida?

Y ahora, ponte a defender en clase la ecología, el ahorro, la buena gestión de los bienes, la responsabilidad en el consumo y una caterva de consejos que chirrían en cualquiera que se tope con la desnuda realidad. 

¿No es posible parar esta bacanal? ¿Tomaremos conciencia que la democracia se transmite desde otros medios más eficaces y nada gravosos para una sociedad muy empobrecida? 

Tendremos que parar este tren que nos arrolla todas las campañas. Es una asignatura pendiente y debe ser un compromiso vital de los políticos encargados de dar ejemplo en la buena gestión de lo público.