El Primero de mayo no es un día de fiesta, sino de reafirmación y reivindicación. Reafirmación porque las mayorías sociales expresamos nuestro orgullo, nuestra alegría por ser lo que somos y por lograr lo que hemos logrado en tantas décadas de sacrificio, lucha y rebeldía; reivindicación porque aún queda mucho camino por recorrer, mucha batalla que plantar, muchos derechos que recuperar y que exigir.
Este año, tanto las reivindicaciones como la sonrisa de la reafirmación adquieren un carácter especial. Jamás en la historia de nuestra joven democracia, los ciudadanos y las ciudadanas españolas habíamos asistido a una ofensiva tan brutal por parte de esa minoría que sólo sabe adquirir beneficios a través de la miseria de la inmensa mayoría. Nunca unas políticas como las aplicadas en nuestro país desde el “crack” de 2008 nos habían enseñado con tanta evidencia la brutalidad descarnada de un sistema económico irracional y perverso. Nunca la Ilustración y el Estado de Derecho habían sido tan pisoteados ante la vía libre de los mercados financieros y la clase política a su servicio. Alzar la voz contra esta situación es obligación de todas y todos.

En cambio, y de manera paradójica tal vez, también este Primero de Mayo tenemos motivos para sonreír y mirar al futuro con optimismo y esperanza. No ha sido posible formar gobierno. Ese “empate catastrófico” que nos dejó el 20-D, esa situación en la que lo viejo no tiene la suficiente fuerza para blindarse pero lo nuevo no tiene la suficiente fuerza para impulsar un orden diferente, dejó unas condiciones favorables para que los poderes fácticos impidieran un gobierno de cambio y de progreso. Ante eso, la ciudadanía es llamada de nuevo a las urnas. Podemos sonreír. Podemos cambiar las políticas de recortes y sufrimiento social. Este Primero de Mayo vamos a decir alto y claro que los ciudadanos y ciudadanas vamos a recuperar las Instituciones, que vamos a recuperar el Estado de Derecho y los valores democráticos, que vamos a ganar a quienes se han propuesto acabar con todo lo conseguido con el sudor, la sangre y el sacrificio de nuestras madres y nuestros abuelos. Vamos a dejar claro que es la gente de a pie la que defiende el orden y el sentido común ante la voracidad y el descontrol de los verdaderos antisistema.