Javier Ángel Díez Nieto

Hace dos meses, por razones de capacidad de memoria, que con tanta actualización me la colapsaban, me acerque a la oficina de Orange que en Ceuta tienen en la bajada a las monjas. Que es así como la conocemos. Bien me ofrecieron una oferta para cambiar de teléfono por una cantidad cierta que cada mes religiosamente pagaba y que por cierto… ¡sigo pagando!. ¡Bien a los pocos días, creo que dos nada más!, el teléfono no se encendía y la batería se descargaba en menos de un día. ¡Y eso que apenas se usaba! Consecuentemente fui de nuevo a la oficina explicando el problema que el teléfono me causaba.

Amablemente, una chiquilla empleada se ofreció a mandarlo de nuevo a la compañía para que ellos me lo arreglaran, ya que todavía según decía estaba en garantía. Pasaron no 30 días, ni tan siquiera 60 sino más y el teléfono no lo devolvían. Y yo seguí pagando por algo que no tenía. Es más cuando protestaba, la pobre empleada solo me decía que era una cuestión de protocolo, que ella hacer nada podía, que esa oficina oculta a la que nadie accedía no le daban contestación y que ella no era culpable de lo que a mí me sucedía. Al fin después de largos meses me lo devolvían. Oigan…¡diciéndome que arreglado el teléfono de nuevo lo tenía!. ¡Pero no estaba arreglado!, se ve que son honrados ya que con los mismos problemas seguía, ellos con nada se quedaban… ¡No me quitaron ninguno de los problemas que el teléfono tenia!... ¡Me lo devolvieron como el primer día…sin funcionar!

Yo ya no sé qué hacer, solo devolver el teléfono y dar por perdido el dinero que por el pague y seguiré pagando Por ello he buscado otra compañía, que seguro que hará lo mismo, ¡Pero es que Orange ya me lo hacía!. Probare suerte con otra a ver si esta vez la suerte me sonríe y puedo aunque pagando, tener un teléfono que me sirva para llamar y escuchar las llamadas de aquellos que necesitan ponerse en contacto conmigo.

En el fondo esto me ha rejuvenecido un poco, Y eso que no me gusta hablar de mis hechos, ya que por mi profesión era difícil que fuera estafado. Es más recordé cuando hace algún tiempo, dos pequeños delincuentes de baja estopa y peor suerte, me intentaron atracar en el metro de San Blas (Madrid), una lluviosa noche oscura asaltándome con una navaja al tiempo que me exigían que les diese lo poco que en mi cartera tenia. Después de ver que era más peligrosa una pistola apuntándoles que la navaja que me amenazaba, me pidieron perdón pues no habían reconocido a la persona que atracaban. Y eso era así porque de mí se acordaban, ya que solo hacia una semana que los había detenido por chorizos y les había llevado a la comisaria por lo mismo. Bueno…para hacerlo breve… les detuve los lleve a comisaria y a los dos días ya estaban otra vez en la movida. ¡Bien ya se imaginan mi profesión de la que he sentido orgulloso toda mi vida! Así es la vida en nuestra sociedad, gente que de lo ajeno quieren vivir y unos pocos que quieren sin apenas éxito que no lo consigan.

Con esto quiero decir que ha sido raro que alguien me atraque o me estafe, pero claro nunca me había enfrentado al protocolo de una gran compañía como la Orange, donde el pequeño consumidor es irrelevante y si no me gusta les da lo mismo que me vaya, ya que otros muchos irrelevantes ocuparan mi lugar para hacer medrar sus inmensos beneficios.

Y hay que rendirse ante su poder unilateral, porque poco podemos hacer los pequeños usuarios de los servicios que con tanto pompo en los medios de comunicación nos ofrecen cada día. ¡En fin…! Yo sin teléfono y pagando por lo que no tengo… ellos tan contentos porque han cerrado un negocio más en su productivo negocio. Pagare el dinero que me queda por pagar y me resignare a ser estafado una vez más en mi vida. Aunque yo desde luego…jamás…jamás…contratare nada con Orange y su telefonía. Adiós compañía Orange y que os den… Ah! Por cierto presentare una denuncia en consumo, que no creo que sirva para nada, porque…¿Quién se enfrenta a tan importante y millonaria compañía?.