Inmaculada Pilar García
Si Buñuel levantara la cabeza se quedaría de una pieza al comprobar como la realidad española ha superado con creces el surrealismo de sus películas y ha acabado instalada definitivamente en él. Terminamos un año de calendario con la sensación de que comenzó hace al menos dos y  que no termina el 31 de diciembre. Todo se pospone y se hace pivotar entorno a la ostentación del poder mientras a pocos parece importar que los indicadores mas importantes se nos pongan “en rojo”. Y es que la capacidad que tiene “el poder”, y sus aledaños, de manipular a todos es supina.  El mayor fraude de la historia de nuestra democracia, como es el de los ERES, apenas dura en prensa un par de días…Hace dos meses miles de jubilados se movilizaron para pedir unas pensiones dignas, pero después de conocer que no se van revalorizar, pese a ser una promesa electoral del PSOE, no hay la mas mínima crítica o reivindicación de aquellos que se movilizaron. Los dirigentes morados que “luchan contra la casta” reciben sobres al mejor estilo Bárcenas y viven en un casoplón. La ultraderecha regala muñequitos que supuestamente reproducen un feto de 14 semanas a las puertas de una clínica. Los mismos que dan un golpe de estado en Cataluña para independizarse no paran de pedir que el estado español les subvencione. Mientras a Hacienda no se le escapan los doscientos euros que deja de declarar cualquiera, el delito fiscal de mas de ochocientos mil euros de los Pujol prescribe.  Una niña juega a ser mayor y nos da lecciones de cambio climático mientras la vemos en una foto consumiendo alimentos envueltos en plástico.  La alargada mano de Buñuel por doquier. La traca seria que un día de estos la “fuerza” centrífuga territorial se vuelva centrípeta y los italianos reivindiquen el Imperio Romano; entonces nos vamos a tener que callar todos…

Parece bastante absurdo esto último pero está en la línea de la cruda realidad. O no. Porque la cruda realidad es mas bien que  durante este año, 85 personas han muerto al día sin haber recibido la ayuda a la dependencia que les correspondiera. Que mientras hay funcionarios de sociedades municipales que ganan mas de tres mil euros al mes, una familia con hijos pequeños es desahuciada porque no tiene mas ayuda para el alquiler. Que echen las persianas negocios de toda la vida regentados por autónomos. Que los profesores de la enseñanza concertada de Ceuta y Melilla no hayan cobrado este mes, como tampoco lo hemos hechos los Letrados de Oficio del territorio Ministerio. Pero todo eso no “vende nada” comparado con el chalaneo de negociar una investidura con presos, huidos de la justicia y cómplices de asesinos, o la incalificable situación de querer, públicamente, poner a la Abogacía del Estado al servicio de un condenado por sedición.

Que nos gobierne un partido como el PSOE, instalado en semejantes ignominias, es sin duda  la mayor aberración de la democracia española. Suele decirse que un país tiene los gobernantes que merece; al fin y al cabo son sus habitantes los que lo eligen ¿De verdad merecemos los españoles la situación que he intentado esbozar? Creo que no, porque nuestro país está lleno de gente honesta y trabajadora, con objetivos asentados sobre su esfuerzo e ilusiones que en ningún caso pasan por “reventar las costuras” de nuestro país o robarle al vecino; gente como aquella a la que cantaba el grupo Jarcha “que tan solo pide vivir su vida, sin mas mentiras y en paz”. Se hace necesario recuperar el protagonismo de la gente frente al “aparato de partidos”,  resucitar algo del consenso político de la Transición y dejar de concebir la limpieza de la corrupción política como una utopía.