- Usted, señor Delegado del Gobierno, no nos entiende. Los profesores y profesoras de Ceuta no somos presuntos alborotadores del orden.

No formamos parte de ninguna trama sospechosa. Somos profesionales de la enseñanza que nos sentimos sinceramente hastiados. Incomprendidos. Despreciados. Nos enfrentamos diariamente a una realidad educativa muy complicada con nuestra abnegación como único recurso. Comprobamos, de manera directa, el deterioro que sufre el sistema público de enseñanza ante la indiferencia, cuando no regocijo, de las autoridades mal llamadas competentes. Y queremos expresarlo públicamente. No somos un rebaño. Además de profesores, somos ciudadanos a los que nos duele profundamente que la educación sea tratada como una mercancía sin apenas valor por personas como usted.

Cuesta trabajo entender que usted no aprecie una “causa extraordinaria” la convocatoria de una jornada de lucha de ámbito nacional para aceptar una comunicación de concentración en la Plaza de los Reyes. Y cuesta trabajo entenderlo porque ustedes dan pruebas de una generosa flexibilidad y transigencia. Le pondré un ejemplo muy reciente. La ratio de alumnos por grupo en educación infantil, recomendada, es un máximo de 20; la legal, 25. Y sólo apreciando causas excepcionales, se puede superar esta cifra. Para el próximo curso, la administración que usted dirige y representa, ha establecido 28 para todos los centros de la Ciudad. Ha sido usted muy comprensivo y flexible con usted mismo. Ha cumplido usted escrupulosamente la principal regla del acomplejado. ¿Siendo tan duro con nuestra gente, por qué con otros es tan servil?

Usted, señor Delegado, ha pretendido exhibirse como un firme garante de la ley. Sin embargo sólo ha logrado Infundir pena. Su criminalización implícita del profesorado no hace más que corroborar al actitud de un equipo ministerial que, de manera injusta, nos trata con desdén y desprecio. No han sido capaces de mejorar absolutamente nada. Es más, las mínimas obras programadas para este año han sido anuladas. Seguiremos tapiando pasillos y dando clases en los aseos. Pero si han sido rápidos, valientes y diligentes para evitar nuestras protestas.

Hoy, en toda España, se oirá un clamor defendiendo una escuela pública de calidad. Ceuta estará en silencio. Puede usted sentirse orgulloso y ufanarse de su proeza. Podrá usted pasear su cínica sonrisa por las pasarelas mediáticas, presumiendo de haber ganado la partida. Es lo único que de verdad a usted le importa. No siente la menor empatía hacia los mil trescientos profesores a los que han infligido un nuevo daño moral.

Sí señor Delegado, hoy nos toca llorar. Ha ganado usted. Pero mañana, volveremos a levantar nuestra voz. Porque amamos nuestra profesión. Porque amamos nuestra tierra y a sus gentes. Por eso queremos una enseñanza pública digna y de calidad. Pero usted, señor Delegado, no nos entiende. Ese es el problema. Que usted no entiende nada.