Juan Carlos Trujillo

Comenzaré mi artículo rindiendo nuevamente un sincero homenaje a los más de 235.000 contagiados y 28.000 fallecidos “reconocidos” por el covid19 a fecha de hoy. Porque no debemos olvidar lo que está sucediendo en nuestro país. No hablamos solo de números, nos referimos a personas con historias propias, con familias y amigos, que han sufrido, en la mayor soledad, una enfermedad terrible. Y mientras tanto, nuestro presidente del desgobierno social comunista permanece anclado en su habitual ceremonial de la “mentira” pervirtiendo nuestra democracia.

¿Recuerdas cuando Pedro Sánchez afirmaba, una y otra vez, que con el populismo no pactaría ni antes, ni durante, ni después? ¿O cuando afirmaba que Pablo Iglesias mentía más que hablaba? ¿Recuerdas cuando afirmaba que no podría dormir por las noches si hubiera aceptado la oferta de Podemos? ¿O cuando afirmaba que Pablo Iglesias hacía de la mentira su forma de hacer política? Y, por último, ¿recuerdas cuando afirmaba que no iba a permitir que la gobernabilidad de España descansara en partidos independentistas?

Pues no solo en partidos independentistas secesionistas, sino también en el partido proetarras EH-Bildu, la formación política dirigida por Arnaldo Otegui, miembro destacado de la banda terrorista ETA. Una formación política que jamás ha condenado la brutalidad de un grupo que asesinó a 857 personas en sus 57 años de historia, 11 de ellos militantes socialistas: Germán González López, Enrique Casas Vila, Vicente Gajate Martín, Fernando Múgica Herzog, Fernando Buesa Blanco, Juan María Jáuregui Apalategui, Ernest Lluch Martín, Froilán Elespe Inciarte, Juan Priede Pérez, Joseba Pagazaurtundúa Ruiz e Isaías Carrasco Miguel. Descansen en paz.

Un pacto que evidencia la escasa moralidad de quien ha faltado al respeto a los militantes socialistas asesinados brutalmente por los terroristas abertzales, así como a algunos de los miembros más destacados de su Gobierno a los que ocultó las negociaciones emprendidas con la formación proetarra para aprobar la derogación de la reforma laboral en las peores circunstancias socioeconómicas de nuestra historia. En este punto debo destacar la reacción de la máxima responsable del Ejecutivo en materia económica, Nadia Calviño, quien no dudó en catalogar el acuerdo firmado como “contraproducente y absurdo”.

Y no quisiera finalizar mi artículo de hoy sin manifestar públicamente mi total apoyo a quienes expresan libremente, en las calles de las principales ciudades españolas, su desacuerdo con la gestión del desgobierno social comunista. Ciudadanos libres de toda ideología que deben soportar resignados las vejaciones de quienes se creen en posesión exclusiva del derecho a reivindicar en las calles sus planteamientos.  La España de los balcones ha salido a la calle para quedarse frente al sectarismo autoritario de quienes pretenden silenciarlos. Con el esfuerzo y el sacrificio de todos saldremos adelante a pesar de las trágicas consecuencias de la ineptitud más sangrante. ¡Váyase, señor Sánchez!