Antes de comenzar con mi reflexión acerca del debate del estado de la Ciudad, quiero hacer cuatro anotaciones que considero importante manifestar.

Existen comentarios denigrantes. “En una sociedad seria y sana, Ada Colau estaría limpiando suelos y no de alcaldesa de Barcelona". Óscar Bermán, portavoz del PP en Palafolls, utilizaba esta frase y calificativos como "descerebrada" o "vaga" para insultar a Ada Colau. Y yo, prefiero ser la hija de una limpiadora, que la hija de una política imputada por corrupción.

Para mí sí es grata la presencia del ejercito, hacen una gran labor humanitaria y, por eso, considero desafortunada la poca tolerancia hacia un estilo o pensamiento de vida que no congenia con el propio, sobre todo cuando gobiernas para la mayoría.

Sólo el 0,4 de las denuncias por violencia machistas son falsas, se os acabó el juego. No sabéis el daño que hacéis con estos mitos.

Y siento tristeza por la negativa de la Delegación de Gobierno a que no nos pudiéramos manifestar para luchar por los derechos de las personas refugiadas. Quienes estén más pendientes de un papel burocrático que de la inmoralidad, ilegalidad e inhumanidad de un acuerdo que mercadea con personas tienen un serio problema de valores. Avergonzada de Europa, y de quienes avalan esta crueldad.

Y ahora sí, me centraré en hacer una pequeña valoración del debate de la ciudad. No voy a reproducir algunos de los fundamentos que ya dijeron los partidos de la oposición, aunque pueda tener mis discrepancias con algunos de ellos a la hora de plantear los verdaderos problemas de Ceuta, con otros no, es evidente. Quizás faltaron medidas y objetivos, algo que hiciera que la ciudadanía se sintiera algo más tranquila.

No es fácil seguir el ritmo de personas que están diciendo cifras y datos contradictorios, quizás esto no importa para un número muy grande de personas que se levantan y se acuestan con la agonía de no saber si podrán comer al día siguiente.

Si quienes nos representan, sobre todo el Gobierno, supieran mirar a los ojos de la gente y estar cada día en cualquier rincón de Ceuta, dialogando, hablando, estoy segura que tendrían mucha más humildad para cerrar las carpetas que llevan, todas hechas por sus propios asesores, y decir “vamos a dedicar estos días a escuchar de verdad las críticas y a poner solución a corto, medio y largo plazo”. Rendición de cuentas, pero de cuentas de verdad, no de ilusiones irrealizables.

Quizás todo lo que necesita Ceuta no se puede materializar en un Plan que luego, como todos, irá a un cajón y solo sacarán cuando algún partido se lo recuerde.

Quizás lo que necesita Ceuta es coordinación, previsión y planificación. Acción y reacción. Pero no proyectos anunciados que todavía no han visto la luz, tampoco favores a las amistades de siempre, no. Ceuta necesita oxígeno. Es desconsolador ver que el Gobierno utiliza el mismo discurso de siempre, cada año, para no decir nada.

Estoy segura que más de la mitad de Ceuta ni siquiera saben lo que se ha hablado estos dos días en la Asamblea. Así que, pongamos de verdad coherencia y sentido común, porque de lo contrario la abstención para las próximas Elecciones Autonómica irá en aumento.

A veces hay que bajarse al barro para saber lo que cuesta quitarse la mierda.

Y enhorabuena a quienes luchan, cada día, en la fiscalización. Todo llega.