Antonio Miguel Albajara regresa a su Gijón natal después de recibir el premio Nobel en 1981, tras cuarenta años de exilio. Atrás, una carrera como profesor universitario en Berkeley, el reconocimiento universal y la desazón de lo no vivido fruto de una guerra civil. Su reencuentro con su gran amor de juventud y aquellos lugares que forman parte de su memoria contribuyen a reconciliarse con su propia historia. Es el argumento sobre el que gira Volver a Empezar, la película con la que José Luis Garci ganaba el óscar a mejor película extranjera en 1983.

Puigdemont, autoexiliado desde una mañana de domingo, fruto de la desidia de quienes debían impedir su elusión de responsabilidades se ha instalado en un proceso discursivo que ha logrado socavar las propias estructuras de la separación de poderes que debe regir en un Estado democrático de Derecho.

Puigdemont, 2018, después de su periplo por tierras flamencas amenaza con volver a empezar al punto de salida de una historia cuyo recorrido parece haberse introducido en un bucle de difícil solución. Puigdemont, autoexiliado desde una mañana de domingo, fruto de la desidia de quienes debían impedir su elusión de responsabilidades se ha instalado en un proceso discursivo que ha logrado socavar las propias estructuras de la separación de poderes que debe regir en un Estado democrático de Derecho.

El retorcimiento de los mecanismos jurídico-constitucionales por el Gobierno ante el pánico que le supone ver investido a Puigdemont como President de la Generalitat en el exilio contribuye en cierta manera a desprestigiar las instituciones.

Allí donde había reflexión jurídica ajena al poder político- Consejo de Estado y Letrados del Tribunal Constitucional- había reticencias ante el recurso preventivo de inconstitucionalidad frente a una simple propuesta de investidura.

El Tribunal Constitucional ante la inevitable inadmisión del recurso que suspende automáticamente el acto político impugnado construyó artificiosamente un relato jurídico que no se le había reclamado por el propio Gobierno. Abrió un plazo de alegaciones sobre la inadmisión dando traslado por 10 días a las partes sin que la propia Ley Orgánica del Tribunal Constitucional prevea expresamente este trámite y al albur del plazo dictó un auto de medidas cautelares no interesada por el Gobierno. Lo que en derecho procesal podemos llamar una resolución judicial extra petita. Era la solución político-constitucional de los Magistrados ante el evidente error gubernamental.

Lo lógico era eso, dejar investir a Puigdemont unas horas y recurrir el nombramiento dejándolo sin efecto por vulnerar el propio Reglamento del Parlamento de Cataluña, apoyado además en el dictamen de los Letrados de dicha institución parlamentaria

Probablemente Rajoy en este caso acertaba cuando anunciaba un día antes que no habría recurso frente a la propuesta de investidura. No contaba con que Soraya Sáenz de Santamaría junto al comando Aranzadi-conformado por una legión de Abogados del Estado-ya estaba en otra cosa, presa de su propio desgaste en este proceso político.

Lo lógico era eso, dejar investir a Puigdemont unas horas y recurrir el nombramiento dejándolo sin efecto por vulnerar el propio Reglamento del Parlamento de Cataluña, apoyado además en el dictamen de los Letrados de dicha institución parlamentaria. En el fondo además es algo que saciaría el íntimo anhelo de muchos de los propios compañeros de Puigdemont que sueñan con verlo definitivamente retirado en Bruselas y no en el hipocentro de un nuevo terremoto institucional a cuenta de la investidura.

únicamente Puigdemont envolviéndolo todo en un ejercicio permanente de filibusterismo político agotador para una ciudadanía que asiste agotada al devenir de los acontecimientos.

En cualquier caso, es probable que ni esa circunstancia despejara el horizonte ante el empecinamiento de la Cup en investir únicamente a Puigdemont. En este caso, ambos confluyen en intereses. La Cup no quiere reconducir políticamente la situación en el marco constitucional y Puigdemont es la excusa. Complicada situación.  Inextricable solución. Y mientras, únicamente Puigdemont envolviéndolo todo en un ejercicio permanente de filibusterismo político agotador para una ciudadanía que asiste agotada al devenir de los acontecimientos.

Ante panorama tan desalentador más vale refugiarse en ese Volver a Empezar de Garci, en sus escenas, como la de esa visita al viejo Molinón para ver un partido entre aquél Sporting de Gijón de Enzo Ferrero y aquél Atlético de Madrid de Rubén Cano, o en su música, en ese Canon de Pachebel que nostálgicamente envuelve la cinta y nos aleja del cotidiano discurso en torno a un conflicto que amenaza con volverse inmanente a nuestra razón de ser y estar como país.