Y ahora otro problema más: la carne roja en exceso, embutidos, salchichas, hamburguesas, etc., pueden ser cancerígenos. Hasta el jamón!!

¿Cuántos bocadillos, sobre todo en mi infancia, en los recreos, me habré comido de mortadela, salchichón, chorizo? ¿Cuántos y cuántos filetes de ternera me habré comido cuando los ponía mamá con patatas fritas? ¿Y salchichas? ¿ Y hamburguesas?

Y ahora así, de repente, resulta que la OMS advierte de que, en exceso, pueden provocar cáncer. Dan ganas de pensar que los miembros de la OMS tienen familiares que trabajan en pescaderías...

¿Hasta qué punto nos podemos fiar? ¿Es que ni comer podemos tranquilos? Conviene recordar que fue esta misma organización la que hace años, antes de ensalzar los beneficios del aceite de oliva, lo criticó duramente y puso en serios problemas al sector.

La alimentación es un lenguaje, la sociedad impone hábitos alimentarios y presiona al individuo a la hora de seleccionar lo que come. ¿Cuánto desfase hay entre lo que es bueno para el cuerpo y lo que es valorado culturalmente? ¿Recordáis de pequeños cuando íbamos a comprar con nuestros padres, tantos productos light, lo fat, sin azúcares añadidos, bio lo que sea...? Yogures de fresa y plátano de toda la vida de Dios. Ah! Y los odiosos de pera. La alimentación es un fenómeno social y cultural, marca nuestra vida diaria. Cuando queréis conocer a alguien y charlar, invitáis a un italiano, no a un potaje de garbanzos. Cuando queréis dejar claro que coméis bien habláis de cereales, verduras, fruta, pescado. Repito, presionados por una sociedad que se basa en el consumo en serie.

Y en todo esto siempre hay intereses, muchos de los cuales se nos escapan. No, no tengo ni idea de si lo que nos han dicho ahora es verdad o no, pero yo tengo mis dudas. Y por supuesto, seguiré comiendo ternera, y turrón, y bombones, y yogures hipercalóricos. No puedo vivir pensando en todo lo que dicen que es perjudicial, visto así, estoy seguro de que no sabemos ni nos cuentan de la misa la mitad. Por no hablar de la cantidad de mierda diaria que nos metemos en el cuerpo y no nos enteramos. Acaso, ¿sabemos verdaderamente lo que comemos?

¿Es esto una invitación a comer mal? Por supuesto que no, bajo mi punto de vista consiste en comer equilibrado y hacer ejercicio. Pero no me puedo fiar de cosas que son tan cambiantes, aún recuerdo temas como la sacarina, el vino tinto, la cerveza, el pan... En su tiempo buenos y luego malos o viceversa. No exagero si digo que la alimentación debería ser objeto de estudio en los colegios. A fin de cuentas, como reza el dicho: “somos lo que comemos". Discrepo, pero sí creo en la importancia de una buena alimentación, sin intereses de por medio.