S. J.

El silencio está infravalorado. Hay mucho ruido, demasiado, opino.

El ruido se puede manifestar de múltiples formas: desde el atasco que se ha formado en mi calle hace media hora y donde los coches pitaban sin ningún tipo de consideración, hasta la discusión de la vecina con su marido que escucho desde el piso de abajo.

No, el ruido va mucho más allá, porque hay ruidos y ruidos, algunos molestan más que otros, otros incluso no molestan: me encanta esuchar a un niño pequeño reír o ver a dos perros jugando. 

Me encanta ver a la gente feliz y me gusta escuchar sus risas.

Pero la mayorìa de los ruidos me molestan. Imagino que influirá mucho vivir solo con mi perro, mi amor lo llamaría yo, pero por uno u otro motivo los ruidos me perturban.

Me perturban las acusaciones y salidas de tono de los políticos; me molestan muchos programas de televisión en los que el lenguaje soez y chabacano se imponen sobre la mesura (podría poner muchos ejemplos pero si resumo podría decir que casi cualquier programa de tele 5- cadena con más espectadores...), me inquietan los ruidos de los aficionados al fútbol que destrozan calles y bares a su paso para celebrar una victoria o para desahogarse de una derrota; me desquician los testimonios de mujeres violadas o maltratadas por especimenes del homo sapiens; me descolocan los ruidos que emanan de las redes sociales, auténticos bodoques con miles de seguidores solo porque opinen igual que tú sobre un asunto: el tal Ojeda ese sería un exponente.

Me indigna y me preocupa la deriva de un país (dicho sea de paso, tenemos famas de escandaloso fuera de nuestras fronteras) que ensalza a don nadies, que se deja llevar por el lenguaje rancio y desagradable, un país que es el cuarto del mundo con más trabajadores pobres, un país donde manadas de personas deberían aprender de manadas de animales, un país donde se puede ir a la cárcel por la letra de una canción (ojito al asunto...) mientras que si tienes sangre cuasi azul eres inmune.

Sí, opino que el silencio está marginado. ¿Cuántas veces piensas que deberías haberte callado antes de decir eso de lo que tanto te has arrepentido?

La belleza del silencio de una mañana paseando con tu perro solo roto por el sonido de los pájaros, el silencio cómplice de tu pareja, capaz de estar sin hablarte sin sentirse culpables, el silencio de la siesta en tu casa amenizado por el concierto de Aranjuez (grande Rodrigo) a volumen muy bajito, el silencio al contemplar una cara bonita, un cuadro, el machu pichu o el atardecer en la sabana africana.

Me encantan esos silencios, y me encantan cada vez más porque este mundo es demasiado ruidoso. Necesito más paz, más tranquilidad. 

Sentarme con alguien al lado cogidos de la mano mientras que observamos una playa en las Scheylles sería una buena terapia.

Les dejo, toca siesta. Silencio; ssshhh.