- Hace unas semanas fui a un alta terapéutica en Proyecto Hombre.

Para el que no le suene, Proyecto Hombre se dedica, primordialmente, a ayudar a personas con problemas de adicción a cualquier tipo de drogas, incluso ludopatías, y otros problemas del control de los impulsos que le imposibilitan para llevar una vida "normal".

La puesta en escena, consistía en dos altas a la vez, en un salón donde se sientan amigos, terapeutas y voluntarios y enfrente estaban las dos altas rodeadas de sus familiares.

Lo primero que me llamó la atención fue el agradecimiento de esas dos personas y de sus familiares hacia los especialistas y hacia los voluntarios.

Yo, quejumbrosa y pesimista persona que no tengo en alta estima al género humano, suelo quejarme mucho pero hacer poco. Me di cuenta de que es mucho más constructivo rajar menos y hacer más Chapeau por los voluntarios y por lo que hacen.

Lo segundo que me llamó la atención fue ver a familias enteras, con padres y madres de avanzada edad, "mostrarse",enseñar sus debilidades, reconocer delante de tanta gente que sus hijos, hermanos, tienen un problema y no les importa hacerse humanos delante de todos.

Padres y madres como los míos, educados en otros valores a la vieja usanza que, seamos sinceros, pusieron pegas al principio porque les cuesta reconocer el problema y, siendo más sinceros aún, les importaba la opinión de los demás: vecinos, amigos...¿A quién no le importa de verdad lo que opinen de cada uno?

Padres, hermanos, tíos, fundidos con sus familiares en un llanto profundo y honesto celebrando que han superado ese problema que no les permitía ser felices, ese problema que condicionaba sus vidas. Inciso: donde digo padres, hermanos, tíos, podría decir madres, hermanas, tías.

Pero, sin lugar a dudas, lo que más me llamó la atención y lo que me llevo de allí y espero que me sirva en el futuro, es que allí, en aquel ambiente festivo, alegre, cordial, vi lo falible del ser humano, nuestras debilidades, nuestras miserias,  nuestros miedos.

El ser humano yerra, se equivoca, falla, todos, todos absolutamente. El mérito estriba en aceptar eso, en reconocerlo, en querer mejorar.

Yo, persona intolerante en muchos sentidos (nunca entendí a la gente que cae en la droga, jamás he fumado);yo que peco muchas veces de prepotente, vanidoso, leal, honesto; yo, que tengo tendencia a juzgar a los demás por la ropa que lleva, por el partido al que vota, por los amigos que tiene, por los puestos que desempeñan..., yo seguramente, fallaré más que muchos a los que critico, tendré menos ética de la que creo tener, seré menos leal de lo que pienso que soy, seré mucho menos honesto de lo que creo ser, seré, en definitiva, peor persona de lo que creo ser.

Sí, erramos todos, fallamos todos.

Espero que con el tiempo no se me olvide. Con eso me quedo de mi experiencia vivida.

Aprender, aprender para ser mejor, no siempre lo consigo.