Si hablas mal del Barca, eres del Madrid.

Si hablas mal del PP eres de Podemos, antes eras del Psoe.

Si ves Gran hermano es que no tienes cultura.

Si ves los documentales de la dos es que eres un intelectual.

Si quieres casarte y tener hijos es que eres un antiguo.

Si lo que quieres es vivir soltero/a y sin compromisos es que eres un egoísta.

Si no aceptas un trabajo de 8 horas reales, porque realmente van a ser 10, cobrando 400 euros es que eres un flojo.

Prejuicios, prejuicios, prejuicios, estereotipos, estereotipos, estereotipos....

Nuestras vidas están dominadas por pensamientos, ideas, creencias, de una simpleza tal que deberíamos replantearnos todos hasta que punto podríamos estar equivocados al juzgar, creo.

Una de las funciones del prejuicio es ahorrar energía mental: ¿para qué conocer a esa persona en concreto si ya sé cómo es?

Pero no es menos cierto que, por definición, los prejuicios tienen más de falsos que de verdaderos.

Estoy asistiendo, desde hace tiempo, y no sin asombro y decepción, en las redes sociales a una lucha entre los que piensan a y los que piensan b, entre los que piensan blanco y piensan negro, entre los que piensan x o los que piensan y.

Amigos e incluso familiares que han dejado de hablarse por tener opiniones enfrentadas sobre un asunto, últimamente solo temas políticos.

Me has borrado de Facebook, ¿eres tonto? ¿Sabes que Marta me ha bloqueado en Facebook? Oye, ¿por qué ya no veo tus comentarios en Facebook? Porque te he borrado. Etc, etc...

Sería importante caer en la cuenta de que nadie nace con unas ideas. Todos aprendemos en función de la familia en la que nacemos, escuela a la que vamos, amigos con los que nos juntamos... vamos, los agentes de socialización. ¿Creéis de verdad que seríais quienes sois si hubieseis nacido en otra familia? ¿Creéis de verdad que pensaríais como pensáis si fueseis nacido en una tribu aborigen australiana?

Crispación, noto crispación. Somos demasiado viscerales y juzgamos con extraordinaria facilidad a los demás, normalmente para mal.

No, no creo que merezca la pena perder amistades o deteriorar relaciones familiares por pensar diferente. Y con los medios actuales de Facebook, Twitter, etc, todo adquiere dimensiones mucho mayores: me hago una idea de cómo es una persona solo por lo que publica o dice. Creo que no es suficiente criterio para conocer a alguien.

Eso sí, no estaría de más pensar que no somos tan libres como somos. Nuestros pensamientos no son tan independientes como creemos. Nuestras ideas no son tan originales como pensamos.

El nivel inconsciente de manipulación mental al que estamos sometidos es tan que ni nos damos cuenta.

Las necesidades creadas con una finalidad concreta son tan innumerables que ni nos percatamos. Os pongo un ejemplo: ¿os imagináis una vida sin teléfono móvil?

Siguiente pregunta: si son tan trascendentales para la vida humana, ¿qué ha hecho el ser humano durante 20 siglos?

No, pocas cosas son fortuitas, casi toso depende de un motivo, aunque no lo veamos. Si cogemos la pastilla roja nunca lo veremos, si cogemos la azul podremos empezar a verlo.

Decía Galeano: “Ya no es necesario que los fines justifiquen los medios. Ahora los medios, los medios masivos de comunicación, justifican los fines de un sistema de poder que impone sus valores a escala planetaria. El Ministerio de Educación del gobierno mundial está en pocas manos. Nunca tantos habían sido incomunicados por tan pocos".

¿Somos conscientes de ello?

Y ahora a esperar que la gente relacione mi artículo con algún partido político, sería fantástico para corroborar precisamente lo que digo aquí. Hace tiempo que asimilé que aunque hable de cine, fútbol, cricket o marcianos, el resumen es que me gusta este o el otro partido: brillante.