Y de repente se dio cuenta de que da igual si forma gobierno el PSOE o si gobierna el PP.

Y de repente se dio cuenta de que da igual si eliminan al Madrid de la Champions o si la gana el Barcelona.

Y de repente se dio cuenta de que importan poco los paraísos fiscales en Panamá.

Y de repente se dio cuenta de que todos los casos de corrupción importan menos.

Y de repente se dio cuenta de que importa poco si no cuadran las cuentas en el trabajo.

Y de repente se dio cuenta de que es asumible la pelea que tuvo con su esposa.

Y de repente se dio cuenta se dio cuenta de que repentinamente los sirios pasan a un segundo plano.

Y de repente se dio cuenta de que todas las cosas que le indignan, le indignan menos.

Y entonces empezó a apreciar la comida que tuvo con su familia hace poco.

Empezó a apreciar la reunión de amigos para desayunar.

Empezó a apreciar el paseo con el perro por la playa.

Empezó a apreciar la reunión en el campo para la barbacoa.

Empezó a apreciar cada despertar por la mañana abrazado a su perro.

Empezó a apreciar las horas aburridas del trabajo.

Empezó a apreciar los whatsapps de personas queridas.

Empezó a apreciar el helado que se come por la calle.

Empezó a apreciar la llamada de teléfono de una antigua amiga para reírse.

Empezó a apreciar las discusiones en la oficina de al lado discutiendo sobre los arbitrajes al Barca.

Empezó a apreciar llegar a casa y que su perro lo reciba moviendo la cola con cara de culpable.

No, no es que no valorase todas esas cosas con anterioridad. De hecho lo valora muchísimo, prácticamente todos los días.

Pero cuando algo relativo a la salud se estropea las cosas adquieren otra dimensión.

Y claro, claro que las cosas del principio importan, ¿cómo no van a importar? Pero pasan a un segundo plano.

Por eso, y aunque, seguramente cuando todo vuelva a la rutina y todo salga bien, volverá a tener las mismas preocupaciones y le indignarán las mismas cosas, pero habrá aprendido algo: intentar disfrutar de todo lo que se hace mientras nada te perfora la cabeza y los pensamientos: familia, amigos, perro, helado, película, paseo, siesta, cena, viaje...

Es fácil entender porque la gente se aferra a Dios, hasta el no creyente puede recurrir a él: ayúdame...

Disfruten, disfruten de las cosas más simples de la vida cuando nada les preocupe. Inténtenlo.

Ese es el humilde consejo que me atrevo a darles hoy.