Aun paso de España, sin necesidad de pasar largas horas en el interior de un avión, las Islas Azores se presentan como un destino idóneo para vivir en familia, gracias a las bondades de la naturaleza.
Las nueve islas portuguesas que componen el archipiélago se dispersan en tres grupos, manchando de infinidad de verdes la continuidad del mar. Desde las más occidentales, Corvo y Flores, hasta las más orientales, San Miguel y Santa María, saltando entre ellas por el grupo central más compacto, Faial, Pico, San Jorge, Graciosa y Terceira.
Su formación geológica las convierte en un edén donde la naturaleza se ha abierto paso entre volcanes; su ubicación, en paso privilegiado de ballenas y delfines, y su estratégica posición geopolítica, en pasto de piratas y de guerras, encuentros y desencuentros entre mandatarios del viejo y del nuevo continente. Razones que, unidas al desarrollo de un turismo tranquilo y poco masificado, las llena de interés para las familias.
Desde el decorado y pintoresco puerto de Horta parten los barcos de avistamiento de ballenas, cachalotes y delfines que vuelven a las aguas orientales del Atlántico tras el invierno. La excursión resulta de lo más excitante para los niños y apasionante para los papás. El recuerdo de una aventura en barco quedará grabada en la memoria, y en el álbum, de todos.
Otra posibilidad divulgativa interesante para toda la familia puede encontrarse al otro lado de la isla de Fayal. Desde hace unos meses, ha entrado en funcionamiento el Centro de Interpretación del volcán de los Capelinhos, donde el aprendizaje de geología resulta de lo más entretenido. El 27 de septiembre de 1957 la tierra sorprendía a esta isla con la erupción de los primeros gases y cenizas que tiempo después formarían este cráter de aspecto lunar en el que se enclava el centro divulgativo. Desde películas tridimensionales hasta maquetas artísticas y ordenadores interactivos explican de un modo sencillo la historia de la formación de la tierra, desde el big-bang hasta la reciente historia de las Azores.
Una visita curiosa, e imprescindible, para los mayores se halla en Fayal, donde se encuentra uno de los bares más famosos del mundo: el Peter’s Café Sport, admirado por su «Gin tonic» y por poseer una colección de dientes de cetáceos grabados por los balleneros que da vértigo.
Enfrente de Horta y a tan sólo media hora de ferry, la isla de Pico sobrecoge por la imponencia de sus 2.351 metros de altura que despuntan directamente desde las frías aguas del océano. Es la isla de los viñedos, patrimonio de la humanidad de la Unesco y un capricho del mar que, siglo tras siglo, ha horadado la porosa piedra caliza creando bóvedas y arcos donde se estrellan las olas, configurando un paisaje agresivo, salpicado de miles de viñas que tejen una sutil malla verde por toda la isla.
San Miguel y terceira
San Miguel, conocida con el sobrenombre de «isla verde», es la más grande y la más poblada. La espectacularidad de sus cráteres cubiertos por infinitas lagunas bañadas de leyenda, como la laguna verde y la laguna azul de Siete Ciudades, hace las delicias de los niños más aventureros. Sus inmensos bosques de Laurisilva, salpicados de hortensias, camelias y azaleas, hacen de la isla un enorme jardín de exuberante color en cualquier época del año. Ejemplo de ello es el parque Terra Nostra, donde grandes y pequeños quedarán boquiabiertos ante el espectáculo natural.
De la isla de Terceira hay que destacar Angra do Heroismo, símbolo de la prosperidad de las Azores durante el siglo XVI. Sobresale su muralla de cuatro kilómetros, que protegía la isla del ataque de los piratas.