En Bienenbüttel había ayer tan poco de reseñable que algunos reporteros empezaron a entrevistarse unos a otros. Un letrero labrado en madera anunciaba tras la verja de la Fichtestrasse el nombre que hizo zarpar tantas cámaras, periodistas e incluso un helicóptero de televisón, hasta la ignota localidad de Baja Sajonia: Der Gärtnerhof. Es la explotación agrícola sospechosa de haber originado
la ola infecciosa que ha matado a 22 personas en Alemania desde mediados de mayo. De momento, los análisis de los laboratorios siguen sin dar con bacterias de
la cepa de E. coli enterohemorrágicas (EHEC) O104:H4 en las pruebas recogidas en la pequeña empresa. Unos guardas de seguridad privada impedían entrar. Solo dieron una advertencia categórica: los propietarios no iban a hablar con nadie.