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La rotación continental, la pujanza brasileña y Lula fueron clave para Río

La rotación continental, pese a ser una ley no escrita en el olimpismo internacional; la pujanza de la economía brasileña y el prestigio del presidente Luiz Inácio Lula da Silva fueron determinantes para la elección hoy de Río de Janeiro como sede de los Juegos Olímpicos de
Las condiciones geopolíticas y económicas son las que pueden explicar la victoria de Río de Janeiro, la ciudad finalista con la menor calificación en el examen técnico realizado por el Comité Olímpico Internacional (COI).

Río de Janeiro, que ni siquiera había sido finalista en la disputa por los Olímpicos de 2008 y 2012, tuvo en el examen técnico una nota promedio de 6,4, una calificación bastante modesta frente a las de sus competidoras: Chicago (7), Madrid (8,1) y Tokio (8,3).

Esa desventaja fue la que llevó al Comité Olímpico Brasileño (COB) a enfatizar en los asuntos no técnicos en su campaña para defender la candidatura carioca. La condición de Suramérica como única región del mundo, junto a África, que nunca ha organizado unos Juegos Olímpicos, fue un argumento sobre el cual se martilleó varias veces tanto en la campaña como en la presentación de la candidatura y en los discursos de todos los delegados brasileños.

Lula, en todos sus pronunciamientos y entrevistas, alegó que había llegado la hora de la oportunidad para Suramérica y del COI de corregir ese "desequilibrio" geográfico en la concesión de los Juegos.

Según el presidente, mientras que España y Japón ya organizaron unos Juegos Olímpicos y Estados Unidos organizó cuatro, y la Unión Europea se prepara para organizar los decimoséptimos, en Londres en 2012, América Latina sólo ha sido sede de los de México en 1968.

Lula relató que en las conversaciones que tuvo esta semana con los electores del COI les pidió comprender que "Suramérica, que cuenta con 180 millones de jóvenes, merece realizar unos Juegos Olímpicos".

En su pronunciamiento en Copenhague, el mandatario reiteró que Suramérica y África son las únicas regiones que nunca han acogido la máxima cita deportiva mundial e insistió en que "nuestra candidatura no es sólo nuestra, también de toda América del Sur, de 400 millones de personas".

Pero la actual situación económica, un argumento que poco fue esgrimido durante la campaña, se convirtió en un "as" en la última semana, en la que Lula insistió en airear las estadísticas que indican que Brasil será uno de los pocos países que terminará este año con crecimiento económico.

Brasil, que ha pasado a tener gran protagonismo económico en los últimos meses como miembro del G-20 y portavoz de los países en desarrollo, consiguió superar la recesión técnica en el segundo trimestre de este año y puede registrar, según las previsiones oficiales, un crecimiento del 1% en 2009.

Brasil vive un momento "mágico", "excelente", con una economía "pujante" que ha permitido a 30 millones de personas salir de la pobreza en los últimos años, recordó Lula en su presentación ante el COI y tras alegar que la reciente cumbre del G-20 en Pittsburgh (EEUU) reconoció la importancia de Brasil como país emergente y su capacidad para salir de la crisis.

"Brasil forma parte hoy de los diez países más ricos del mundo (en PIB) y es el único que no realizó unos Juegos Olímpicos. Brasil, además, está en una situación de estabilidad económica y de posibilidad de crecimiento que permiten convencer a cualquiera de las buenas condiciones del país para realizar unos Olímpicos", alegó Lula en su último pronunciamiento a los brasileños antes de viajar a Copenhague.

"Yo he dicho que esos son factores determinantes porque, mientras que para los otros países se trata apenas de otros Juegos Olímpicos, para Brasil será la autoafirmación de un pueblo, de la autoestima de un pueblo a flor de piel", agregó.

Igualmente fue importante el prestigio internacional del propio Lula, el ex obrero y ex líder sindical que asumió la presidencia brasileña en enero de 2003 y que desde entonces se ha convertido en protagonista en varios foros internacionales.

Lula tiene un índice de popularidad récord en Brasil y, según encuestas, es el líder con más prestigio en toda Latinoamérica. El jefe de Estado brasileño, del que su homólogo estadounidense, Barack Obama, llegó a decir este año que "ese es el hombre" en un encuentro internacional, supo aprovechar su prestigio en sus encuentros con los electores del COI para ayudarle a Río de Janeiro a alcanzar su sueño.

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