Todavía estoy confuso. O los dientes o las muelas. El siempre original juez de la Audiencia Nacional, don Santiago Pedraz, excarceló al pirata somalí, secuestrador de un barco pesquero español, por albergar dudas acerca de su mayoría de edad. El secuestrador Abdu Willy parece tener carita de niño, y el juez Pedraz no se anda con bobadas. Gracias al fiscal Gordillo, Abdu Willy no está tomándose una copa en un bar de alterne de carretera de vuelta a Somalia. De Madrid a Somalia hay muchos bares de alterne, sobre todo en España. Pero no. El presumible menor para el juez Pedraz Abdu Willy, ha sido sometido a una serie de pruebas y la ciencia ha determinado que nació en Somalia al mismo tiempo que en España Pilar Bardem. Una vez más, el juez Pedraz se ha puesto en ridículo a sí mismo, y encima le devuelven el paquete. Los dientes o las muelas, que igual importan.
De haber sido el que escribe un secuestrador de trabajadores a bordo de un barco, el juez Pedraz me habría enviado inmediatamente a prisión. Por los dientes y por las muelas y por narices. Es cierto que mi deterioro físico, en caso de secuestrar barcos sin el DNI, no haría dudar a las ágiles, vivarachas y agudas pupilas del juez Pedraz. Y si se diera la exótica situación de que Su Señoría dudara, pasaría el examen de dientes, pero no el de muelas. Las tengo fatal. Y de cuando en cuando, alguna me recuerda que existe el dolor físico. A mi edad, secuestrar barcos con pescadores a bordo, atracar un banco con una pistola o una escopeta recortada, o no pagar los impuestos que la Hacienda nos roba, es motivo suficiente para ingresar en la trena con dientes, sin dientes, con muelas o sin muelas. Hemos pasado de vivir en un Estado Policial que sustituyó a una República demencial a hacerlo en un Estado Fiscal, «Albertos» excluidos. Pero lo de los dientes y las muelas de Abdu Willy me ha puesto mentalmente cachondo. Porque si un individuo que se dedica a secuestrar barcos de pesca, y negociar los millones de euros que valen la vida de los pescadores, y embarca en el buque con una ametralladora, y está dispuesto a terminar con las vidas de los tripulantes, y no lleva documentación alguna –de llevarla sería un imbécil–, y es detenido y llevado ante la Justicia de la nación del barco y sus tripulantes, es mayorcísimo de edad, mayorcísimo de saber y mayorcísimo en la responsabilidad penal. A este paso, todos indocumentados cuando deban declarar ante el juez Pedraz. –¿Se confiesa culpable del asesinato?–; –Sí, Señoría, pero tengo dientes de diecisiete años–; –Perdone, buen hombre. Ahí está la calle y la libertad–.
Un secuestrador de barcos es un terrorista. Leí hace poco las declaraciones de un actor imbécil que decía que los terroristas son los pescadores que roban el pescado a los somalíes. Me figuro que la pesca en aguas territoriales ajenas se cobra por cupos y capturas, y que «El Alakrana» habrá cumplido con sus permisos. A bordo esperan los pescadores a que el Gobierno negocie. Y si la negociación no fructifica, a que el Gobierno responda y defienda, con violencia si es preciso, a su barco de pesca y sus marineros. Y aquí, un secuestrador, es liberado porque el juez Pedraz no sabe si es mayor de edad o menor. Señoría, un terrorista es siempre mayor de edad, aunque usted no se haya enterado todavía.