Durante gran parte de su vida, Sihame Oulbarj ha cruzado una frontera cada vez que atravesaba el umbral de casa. En el interior, la lengua y la cultura árabes; fuera, el francés como lengua vehicular de su ciudad, Tournai, localidad belga pegada a la divisoria con Francia. Europa como ejemplo de la interiorización de fronteras, un maremágnum de lenguas bajo la marca de un mismo continente, cuyo reto es ahora la compartición de una identidad en detrimento de la exclusividad y la soberanía del Estado-nación.