interactivo

Se impone el «turismo interactivo»

Entrar en un museo, recorrer unas ruinas arqueológicas o contemplar una obra de arte se presenta, de antemano, como una experiencia muy enriquecedora para el viajero. Sin embargo, no siempre es fácil interpretar la información, lo que provoca en el visitante la inquietante sensación de no haber entendido nada.


Con el fin de que el apasionante patrimonio cultural y artístico de nuestro país no se convierta en una barrera infranqueable para el público general, cuatro jóvenes valencianas han aunado sus conocimientos en Arqueología, Historia del Arte y Ciencias de la Educación. El resultado es Didac Activitats Culturals, una pequeña empresa dedicada a que el viajero saque el máximo partido a su tiempo de ocio. «Es imprescindible que el turista aprenda a apreciar lo que tiene delante, y para conseguirlo, primero tiene que ser capaz de comprender lo que ve. Así, aumentará la valoración personal del recurso que contempla y, lo que es más importante, querrá volver a visitarlo», asegura Maite Abad, gerente de la compañía.


Sistema pionero

Manos a la obra, Didac Activitats Culturals ha puesto en marcha, entre otros proyectos, el concepto I4, es decir, «Itinerarios Inalámbricos Interactivos In situ». «Se trata de una plataforma multimedia que puede utilizarse en un ordenador de mano (palm) o en el teléfono móvil», explica Abad. La iniciativa ya es una realidad en el Real Monasterio de Santa María de la Valldigna, en Valencia, donde el visitante puede recorrer el espacio cistercense de una manera amena y didáctica. «Este dispositivo pone al servicio del viajero contenidos en cuatro idiomas que se muestran mediante texto, imágenes, música, vídeo y reconstrucciones virtuales», aclara la responsable de Didac Activitats Culturals.

Pero no se trata de una audioguía al uso. Tal y como explica Anabel Trujillo, administradora de la Fundació Jaume II el Just, «es la primera vez que se implanta en España un producto tan puntero a nivel tecnológico, ya que, gracias a una red WiFi, el usuario puede moverse con total libertad por el monasterio y atender en cualquier momento las explicaciones didácticas, según sus gustos, el tiempo del que dispone, etc.». Y parece que el método funciona, ya que, como reconoce Trujillo, «los visitantes salen muy satisfechos de su ruta por el Monasterio».

Las cuatro jóvenes defienden la idea de que, al visitar un monumento, el viajero no tiene por qué poseer unos conocimientos predeterminados. «Un ama de casa debe disfrutar igual que un licenciado superior. Para ello damos un tratamiento didáctico a los contenidos con el fin de que sean accesibles, y eso se traduce en textos cortos y acompañados de imágenes representativas, además de utilizar un lenguaje adecuado para cada nivel educativo», explica

Sara Juchnowicz, responsable del Área de Recursos Didácticos. La práctica dice que el usuario se implica más cuando descubre el patrimonio de forma activa y participante. «En ocasiones, el visitante asume un rol (por ejemplo, el de un viajero del siglo XV) y, a partir de ahí, cambia su visión del espacio que recorre. Es un modo de hacer cosas nuevas, pues siempre intentamos dar una vuelta de tuerca a los recursos más tradicionales», puntualiza Abad.
 

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