Opinión
Me armé de valor, no sin antes meditar sosegada y fríamente lo que iba a hacer. Lo consulté con mi familia, que cariacontecida trataba de entender que yo podía tener un motivo, aunque se -nunca me lo dirán- que me apoyaban por el hecho de ser yo, no porque compartieran lo que estaba a punto de llevar a cabo. Incluso, momentos antes de proceder, me interrogué a mi mismo, me pregunté si estaba decidido y hubo un momento en que tuve que dejar de pensar. Más que nada, porque diez segundos más dándole vueltas al coco me hubieran hecho desistir.