Estaba "convencida" de que su venida dejaría tras de sí "un encuentro muy agradable". Tenía algo más que un simple pálpito; se lo decía la intuición. No se equivocaba. Su visita -a pesar de lo largo del viaje- no ha podido ser más fructuosa. La de este 2024 no ha sido su primera vez en Ceuta, pero puede que sí haya sido la que más ilusión le ha hecho. Como Paco Umbral, ha venido a hablar de su último libro. Al final, por pura aclamación popular, ha acabado hablando de toda su obra.

Su nombre es Laura Riñón. Nació y vivió en Zaragoza hasta que, alcanzada la mayoría de edad, se mudó a Madrid para estudiar Derecho. Tras echar raíces en la capital, acabó abriendo en ella "un refugio, un lugar especial de encuentro y de cultura", uno con forma de librería. Lo hizo con posterioridad a su conversión en escritora, un rol que adoptó hace ahora quince años "por puro azar". Consumada como tal, ha llegado a la sabia conclusión de que "la literatura nos salva".

Laura se ha desplazado esta semana hasta la ciudad autónoma por petición expresa de nuestro Club de Lectura. La entidad que agrupa a los caballas más forofos del papel y la tinta (puede que también del e-book) ha organizado este primer lunes de mayo en torno a la figura de la aragonesa un 'encuentro con el autor' similar a todos esos que acostumbra a orquestar de tanto en tanto. Pese a ser las previsiones iniciales algo modestas, la acogida ha terminado siendo "extraordinaria".

La publicación que le ha valido a Riñón la invitación de la Biblioteca Pública Adolfo Suárez lleva el mismo nombre que el establecimiento que regenta en el madrileño barrio de Chueca: Amapolas en octubre. "Si estoy aquí, será porque les ha gustado... O porque no les ha gustado nada y quieren juzgarme por ello", ironizaba ante la prensa. Emociones, familia, amor... Todo tiene cabida en un escrito que, en resumidas cuentas, "habla de la vida".

Según contaba la zaragozana, Amapolas en octubre "narra la historia de una mujer que habla sobre su vida a través de los libros que le han marcado". Esa "mujer" es Carolina Smith, una joven que "lee novelas a su madre para contarle quién es". Lo de comunicarse a través del papel tiene una explicación muy simple: "El único lenguaje que comparten ambas es la literatura". Justo ese es el motivo por el que la autora cree que su creación ha gustado tanto hasta la fecha.

El formato elegido por el Club para dar rienda suelta a la palabra ha sido el de siempre: una charla-coloquio. La premisa era bien sencilla: preguntas-respuestas. "Ya veré yo si digo la verdad o si me lo invento sobre la marcha", bromeaba Riñón frente a su masa de espectadores antes de meterse de lleno en harina.

Cabe reseñar que, aun no siendo el relato de Amapolas en octubre el propio de una autobiografía, la musa que guio la pluma de Laura durante el proceso de escritura es ella misma. "Todo comenzó cuando me terminé un libro", rememoraba la literata, que pensó que, de habérselo leído "años antes", se habría llevado con ella "una importante lección en un tiempo pasado", uno marcado por "el desamor".

Después de darle "muchas vueltas", Riñón empezó a fantasear: "Pensé cómo sería la cronología de mi vida si tuviese que contarle a la gente quién soy a través de la literatura". Antes de que su cerebro desechase la idea y se enfocase en otros menesteres, la joven escogió "unos cuantos libros" que, "de alguna manera", la definían "como persona". Finalizadas las labores de acopio, dio vida a esa Carolina Smith a la que moldeó (casi) a su imagen y semejanza. "A partir de ahí, empecé a escribir", apuntaba. El resto, como suele decirse, es historia.

Lo de abrir una librería en pleno centro de Madrid no fue, ni muchísimo menos, fruto de la casualidad: Laura anhelaba, más que vender libros, recomendarlos en base a las necesidades y planteamientos de la clientela que, poco a poco, se fue granjeando. Porque sí, los libreros, además de facturar, "saben escuchar"; todo aquel que haga dinero con la literatura ha de saber hacerlo por la sencilla razón de que "se aprende mucho".

Tampoco es casual lo de octubre; la elección del décimo mes del año tiene un porqué: para Laura, "el otoño es el lugar donde nacen las emociones, la nostalgia". Ojo, porque hablamos de "una nostalgia feliz". "Es la estación en la que me he enamorado más veces", confesaba Riñón a preguntas de un instruido lector.