HISTORIA VIVA

El dentista español que más muelas ha sacado es de Ceuta: se llama Antonio, trabajó en el Sáhara y casi recibió un balazo

El dentista español que más muelas ha sacado es de Ceuta: se llama Antonio, trabajó en el Sáhara y casi recibió un balazo
Antonio Díaz Marín dentista entrevista médico

Se llama Antonio Díaz Marín. Es "el segundo de siete hermanos". Cada uno de ellos nació "en un sitio distinto". Aunque a él le tocó Cádiz, es "100% de Ceuta". Lo es a pesar de que su primera visita a la ciudad autónoma la hizo "cuando tenía catorce años". Ya lo dice el refrán: 'Los de Ceuta nacen donde quieren' (¿no era así?). Su padre fue "marino de guerra" tanto en tiempos de la Segunda República como, posteriormente, durante la dictadura franquista, lo que viene a significar que este "viajaba mucho" (de ahí que los hijos no compartan lugar de nacimiento). Pasó parte de su infancia en Cataluña; la otra, en Galicia. Su estancia en ambas no pudo ser más fructuosa: habla las lenguas autóctonas de las dos comunidades.

Antonio confiesa que, al llegar a la Perla del Mediterráneo, lo primero que pensó fue que este era "un sitio muy extraño". "La gente era muy distinta a todo lo que yo había visto antes por ahí", reconocía. Ya no ejerce como tal, pero es "el primer dentista que hubo en Ceuta". Es, de hecho, el que fundó el Colegio Oficial de Odontólogos y Estomatólogos de la ciudad. Ostenta su Presidencia desde que el mismo echó a andar en el año 2000. Lleva la responsabilidad con sumo gusto, mas confiesa estar ya "un poco cansado".

Su labor y su dedicación le valieron en 2022 una más que merecida Medalla de la Ciudad. El Pleno de la Asamblea resolvió conceder a Díaz Marín la condecoración en virtud de su "intachable trayectoria". Su recorrido es tal que, una vez, "un periodista de Madrid" le pidió "permiso" para escribir sobre él "una biografía novelada". Ciertamente, sus vivencias dan para mucho, muchísimo más que un simple libro.

Una de sus experiencias vitales más interesantes guarda estrecha relación con la espiritualidad. Estando en la flor de la vida, Antonio fue apartado de la sociedad sacerdotal con más peso de la Iglesia Católica: el Opus Dei. "Me echaron por hacer una pregunta", revelaba, orgulloso. "Si todo ha sido creado por Dios, ¿quién lo creó a él?", cuestionó en mitad de una cena. Lo expulsaron, sí, pero lo hicieron "amablemente". "Tú no puedes estar con nosotros", le comunicaron en su debido momento. A decir verdad, no podía: le gustaba (le gusta) demasiado la filosofía, no así la religión (pese a haberse leído de cabo a rabo tanto la Biblia como el Corán).

Lo de que Díaz fue "el primer dentista de Ceuta" no es un detalle precisamente baladí. Durante cuatro largos años, estuvo aquí "completamente solo". "¿Tú sabes lo que eso significa en una ciudad de miles de habitantes?", preguntaba sin titubear al que escribe estas modestas líneas. Aunque dura, esa 'soledad' le supuso, a la postre, un curioso récord: el de más extracciones de muelas a nivel nacional. No son dos ni tres: son "dos millones", según "un estudio" que hicieron sus colegas de la capital, en la que también trabajó temporalmente.

Siendo Marín "muy pequeñito", su padre murió "en un accidente". El episodio, claro, significó para su familia un verdadero golpe en lo vital. "¿Quién nos va a mantener ahora?", pensaron. Por fortuna, la Administración acudió al rescate (aunque no de manera activa...): el vetusto Ayuntamiento de Ceuta concedió a Antonio "una beca de 500 pesetas". Gracias a ello, pudo cumplir el que era su sueño: estudiar Medicina. Lo hizo en Cádiz, su localidad natal, donde pasó, de nuevo, algo más de medio lustro.

Completada la carrera, Antonio se especializó en estomatología. Fue en un contexto en el que el sistema universitario español no se parecía al de nuestros tiempos ni en el blanco de los ojos. En primer término, ejerció como dentista "dentro de las Fuerzas Armadas", donde ingresó "por oposición" años después de cumplir -en Ceuta- el servicio militar. Nada más recalar en el Ejército, adquirió el rango de "teniente médico". Al poco de entrar, se trasladó a la Academia de Toledo.

De vuelta en Ceuta, Antonio pasó a formar parte del actual Regimiento Mixto de Artillería nº 30. No quería quedarse donde estaba; anhelaba "seguir ascendiendo". Su pretensión de mejorar lo llevó, justamente, a convertirse en estomatólogo, hecho que le obligó a mudarse a Madrid, donde permaneció "hasta que estalló el conflicto del Sáhara Occidental".

Tras brotar la guerra, Marín fue enviado a Dajla, la antigua Villa Cisneros, una ciudad que lo dejó prendado tanto por sus parajes naturales como por sus propios lugareños. "Estuve allí cuatro años", explicaba al que suscribe. Para entonces, el sanitario "ya estaba casado". Como "no había otro", Antonio asumió en medio del desierto el dificultoso rol de forense, un breve lapso a lo largo del cual llevó a cabo "muchísimas autopsias".

En 1975, España decidió retirarse de la contienda. "Evacuaron a todos", decía Díaz, que se quedó en pleno Sáhara prácticamente solo "con un puñado de oficiales". Poco antes de abandonar la zona, le dieron "un tiro". La bala, no en balde, no impactó en él, sino en "el que estaba al lado". No hay dudas: la suerte le sonrió aquel día.

Tan de su lado estuvo la Diosa Fortuna que Antonio pudo regresar a Madrid. Luego de renunciar motu proprio a ser catedrático, le preguntaron "¿dónde te quieres ir destinado?". No se lo pensó dos veces. "¡A Ceuta!", saltó cual resorte. "Quería un sitio tranquilo después de tanta guerra", admitía. Volvió "como capitán"; ascendió "hasta coronel". Es, curiosamente, "uno de los pocos coroneles de España que han renunciado al generalato". El motivo es bien simple: si ascendía de nuevo, lo mandaban "a Zaragoza o a Sevilla".

El caso de Antonio es, cuanto menos, llamativo. "Yo quería descansar, pero no podía; tenía que trabajar sábados y domingos", aducía a propósito de su etapa como único estomatólogo de la ciudad autónoma. "No cogía ni vacaciones", exponía, alegando que "no podía dejar a Ceuta sin dentista". No fue sino hasta media década después cuando la cosa se puso "en números normales".

Marín no es solo diplomado en Medicina; acumula "muchas otras titulaciones", mas garantiza: "Nunca nadie me ha regalado nada". Por tener, tiene hasta el título de pediatra y el de Patrón de Embarcaciones de Recreo. Su sapiencia llega a cotas tales que, aun estando retirado, no tiene impedimento en resolver dudas a sus ya excompañeros de gremio. A veces, quienes sí están en activo le preguntan "alguna que otra cosa".

A fecha de 2024, Antonio pasa buena parte del día en su "salita". Así la llama; así se refiere al que, hoy por hoy, constituye su espacio de trabajo. Tras más de medio siglo al pie del cañón, Díaz Marín se desempeña en la actualidad como médico de empresa. No quiere jubilarse; prefiere "seguir trabajando todo el tiempo que pueda".

Antonio Díaz Marín dentista entrevista médico
Antonio Díaz Marín, durante una jornada de trabajo / A. C.

El dentista español que más muelas ha sacado es de Ceuta: se llama Antonio, trabajó en el Sáhara y casi recibió un balazo


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