Esta situación da un vuelco por completo en las intenciones del Gobierno, ya que uno de los argumentos que había dado el Ejecutivo para instalar el mercado en el Revellín en el lugar de la Plaza Vieja era que el alquiler permitía un menor desembolso a corto plazo, lo que posibilitaba mantener el nivel de inversiones de la Ciudad. Sin embargo, con esta nueva petición de la empresa la situación entre el supuesto beneficio de una ubicación u otra se queda en la cuerda floja.
La Ciudad anunció que estaba dispuesta a pagar a la empresa la cantidad marcada por la tasación, que quedaba en poco más de 700.000 euros al mes, durante treinta años, con la posibilidad posterior de renovar el contrato unilateralmente. Una decisión que finalmente parece no ha sido aceptada por la empresa.