PROYECTOS EN CURSO

Viaje a lo interminable, un paseo por las obras pendientes

Viaje a lo interminable, un paseo por las obras pendientes
Obra del aparcamiento de Juan Carlos I. panorámica
Obra del aparcamiento de Juan Carlos I

Los consejeros de Fomento y Medio Ambiente y Servicios Urbanos, Alberto Gaitán y Yamal Dris, pasaban revista esta semana a las obras de la Gran Vía, en lo que, anunciaba Gobierno era la primera de una ronda de visitas a las obras que tiene la Ciudad en marcha. Un periplo que ya avisamos a los consejeros que será largo y desalentador. 

El listado de obras en marcha, paradas o pendientes es también el listado de promesas pendientes del Gobierno y reformas enquistadas . Tanto que algunas ya forman parte del paisaje urbano de la ciudad. Muchos, casi todos, proyectos de la Ciudad a cargo de Tragsa. Todos, aquí sí, sin excepción, con retrasos acumulados que ya se cuentan en años, a lo que se ha venido a sumar la parálisis de a pandemia, que añade una nueva excusa al incumplimiento generalizado.

Ceuta al Día ha recorrido las obras pendientes de mayor envergadura para ver de primera mano su estado actual.  Desde el aparcamiento de Juan Carlos I a la Gran Vía  pasando por Claudio Vázquez, la plaza Nicaragua, la Almadraba o el puente fantasma sobre el Arroyo Paneque. Un paseo por socavones ya ilustres, aceras y mobiliario urbano que envejece en un extremo cuando aun no se han acabado en el otro, obras eternas y anuncios de proyectos ya desvaídos por los años al sol.

El aparcamiento olvidado de Juan Carlos I

El objetivo era dotar a la popular y populosa barriada de un aparcamiento y una plaza pública, dos necesidades acuciantes para la zona. Pero la realidad, casi dos años después, es que la barriada tiene menos plazas de estacionamiento y menos espacio para sus vecinos. A cambio tiene un gigantesco socavón en el que Tragsa sigue moviendo tierra. Con un presupuesto de 1,7 millones de euros, el Gobierno encomendó los trabajos a la empresa pública en noviembre de 2018. Las obras dieron inicio a comienzos de 2019. Según el plazo de ejecución debían durar 8 meses, pero quedaron congeladas en verano solo unos meses después de comenzar. 

A día de hoy, cuando el proyecto debería ser ya una realidad, como se ve en la imagen que encabeza la noticia, el proyecto sigue en fase previa: desmonte y rellenos, ejecución de taludes y cimentación. De hecho, sigue en la fase previa de la fase previa: una excavadora sigue sacando tierra del solar y aun queda mucho para el siguiente paso. La segunda y última fase, el desarrollo de estructuras y cubiertas, pavimentación e instalación de mobiliario es todavía un proyecto lejano y borroso, como el cartel que anuncia ufano la obra. Una constante en este paseo, a modo de hitos en la ruta por los símbolos de la ineficacia.

Claudio Vázquez a la altura de Sidi Embarek pCartel obra Claudio Vázquez pCapitán Claudio Vázquez.

Al dejar atrás el agujero negro del aparcamiento de Juan Carlos I, a los pies de la mezquita de Sidi Embarek, está la frontera móvil de la obra de acondicionamiento de la “Actuación integral en la Zona 6.1 Calle Claudio Vázquez”. Un dolor de cabeza —por el ruido y las molestias— que viene amargando los vecinos desde hace dos años. Hasta allí han llegado los trabajos de reforma de esta avenida  —con nombre de héroe franquista, pero ese es otro artículo— crucial para el tráfico en Ceuta. A un lado la obra está aparentemente terminada, a falta de rematar (muchos) detalles, al otro siguen las zanjas, el viejo asfalto parcheado y las aceras minúsculas, las vallas de obra y los estrechamientos de la calzada. La obra sigue ajena, parece, a las nociones de tiempo y espacio. Sobre todo al tiempo.

La reforma de Claudio Vázquez se encomendó a Tragsa a mediados de abril 2018, con un plazo de ejecución de catorce meses y 4,9 millones de euros de presupuesto para renovar las aceras, , colocar nuevo mobiliario y asfaltar la maltrecha carretera. Y ahí sigue, avanzando metro a metro en una obra inexplicablemente eterna que tiene soliviantados a los vecinos, que lo entienden como una burla. 

Van ya más de dos años de obra. Un retraso, explicó el Gobierno, motivado por "la reorganización de un quiosco, el refuerzo de una casa en ruinas, la ejecución sin cortar el tráfico y el estado de la red de abastecimiento, que era peor de lo que se creía” así como a contratiempos en la "licitación" con Tragsa.

Mientras, en un extremo de la avenida las aceras parecen ya viejas y parte del mobiliario urbano se ve ya usado; en la otra punta luce reluciente y casi sin desembalar. Literalmente, en muchas farolas y barandillas aun cuelga el plástico en el que debieron llegar envueltas.

Plaza Nicaragua. peqjpgPlaza Nicaragua

La plaza Nicaragua es unos de los más ilustres socavones de Ceuta, un cráter en medio de Hadú, que merece tener su hueco también en ese otro listado, ya casi mitológico, de promesas electorales eternas del Gobierno de Juan Vivas, un lugar de honor junto al Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), la RPT o la pista de atletismo, que también tiene su sitio, claro, en esta ruta de los plazos de obra incumplidos.

Las obras de la plaza Nicaragua ya han empezado. Aunque casi no se nota. De hecho incluso ha terminado su primera fase, con la finalización de una calle, con su correspondiente calzada y acera, así como la instalación del vallado perimetral que reclamaban los vecinos, hartos de vivir rodeados por una valla de obra durante años. En resumen, se ha asfaltado la zona, se ha desbrozado el solar y se ha construido una acera. Tan poco que cuesta apreciar que se haya hecho algo. Además de ganar espacio de aparcamiento —algo muy preciado en la barriada— el trabajo realizado apenas ha tenido efecto en el paisaje urbano, sigue pareciendo un callejón abandonado: la calle sigue sin llevar a ningún lado, sigue parte del vallado de la obra anterior, sigue la basura y sigue la maleza y la estructura del edificio sin terminar. Y lo que era un módulo de obra es ahora una vivienda precaria con geranios en la puerta. 

El proyecto, presupuestado en 4,5 millones de euros, comenzó hace más de un año con el saneamiento y la retirada de los enseres acumulados en el lugar; se renovó el alumbrado público de la zona, sustituyendo el existente por otro de tipo LED, además del acerado y el asfaltado. Queda por delante lo verdaderamente relevante: la intervención global en el solar, cuya superficie alcanza los 7.000 metros cuadrados, para convertirlo en una plaza pública, que sirva para conectar los viales de la barriada, al igual que pretendía hacer el otro proyecto pendiente en la zona: el puente de Arroyo Paneque.

Puente sobre Otero peqEl Puente fantasma de Arroyo Paneque

Su estilizada figura, blanca y roja, empieza a difuminarse en el cartel que anuncia la obra: un puente “atirantado” sobre el cauce invisible de arroyo Paneque. Una pintada al pie resume la situación: “Mentira”. Tal vez no mentira del todo, pero sí media verdad. O una verdad borrosa y desvaída como el propio cartel.

Del puente de estilizada figura, ni rastro. Solo la valla que cierra el paso a la zona y anuncia que hay una obra en marcha. Aunque nadie trabaja allí. Hace ya más de un año, en abril de 2019, comenzaron las obras de pibotaje, después de concluir la fase preparatoria de la cimentación del puente después de cinco meses de trabajo.

La obra tiene un presupuesto de 8,6 millones de euros y trae consigo un puente atirantado, “El primero de estas características en la ciudad”, destacaba el proyecto. Un nuevo eje que unirá barriadas que vivían tan lejos y tan cerca, vecinas separadas por el arroyo Paneque: Otero, Avenida Ejército Español y Grupos Rocío. Cuando el puente sea una realidad y concluya la actuación, los vecinos de las inmediaciones no se verán obligados a dar un rodeo de dos kilómetros para ir de su casa al centro de salud. En teoría solo deberían haber esperado 24 meses para ello, pero, de momento, sigue siendo una promesa y el socavón sigue siendo un socavón.

La obra de la Estación de Ferrocarril es ya un clásico de los fiascos, y su reforma es ya parte intrínseca de la barriada, que la sufre desde hace una década. 

Próxima Estación: Barriada del Ferrocarril

La próxima parada en este periplo es todo un símbolo en sí misma: la rehabilitación de la vieja Estación del Ferrocarril. Diez años de obra que, presumiblemente, abrirá sus puertas en el primer trimestre. La obra es ya un clásico de los fiascos, y su reforma es ya parte intrínseca de la barriada, que la sufre desde hace una década. 

A falta de rematar la estructura que cubre la vieja locomotora y de la equipación del edificio, que estarán listos antes de fin de año a falta del mobiliario, que no llegará hasta 2021. Retraso ya casi anecdótico a la vista del devenir de este proyecto, que ha embarrancado en no pocas ocasiones, que ha visto cómo se multiplicaba su presupuesto y se incumplía plazo tras plazo. 

El pasado 20 de febrero, el proyecto fue uno de los protagonistas de las jornadas de arquitectura y uno de sus responsables, el arquitecto municipal Javier Arnaiz a la antigua Estación del Ferrocarril, hizo de guía en una visita de puertas abiertas al interior de la obra. Para la puesta de largo de la reforma y la apertura de puertas de la obra, lastrada más aún por la pandemia y el estado de alarma, aun habrá que esperar muchos meses.

Antes de llegar al centro neurálgico de este paseo por lo interminable, merece la pena desviarse de nuevo hacia la periferia. Allí esperan otros dos proyectos inacabados que hace muchos meses que debían ser una realidad. 

La pasarela Miramar y la nueva carretera

El 1 de agosto de 2019, el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, acompañado de una nutrida representación de su equipo de gobierno, inauguraba el puente que franquea la nacional 354, una de las carreteras con mayor intensidad de tráfico de toda España. El puente está, pero de momento sigue sin llegar a ningún lado. Las obras siguen en la zona y el tramo afectado sigue sin aceras y parte de la playa permanece ocupada por las obras, presupuestadas en casi 2 millones de euros y contempladas en el plan de inversiones para el periodo 2015-2019.

La nueva carretera de la frontera

Desde la playa de La Almadraba hasta el límite mismo de la ciudad, la frontera del Tarajal, el paisaje está en carne viva. Hasta donde alcanza la vista solo hay obras, nuevas aceras que terminan abruptamente, carreteras a medio terminar, taludes y pasos peatonales provisionales. La reforma de la N354, en este caso del Ministerio de Fomento, es otra de esas obras eternas que ya casi forman parte del paisaje urbano de la ciudad, hasta casi hacer olvidar cómo era antes la zona. Monte arriba, hacia el centro del salud del Tarajal (otra más de las obras empantanadas y sin fecha de finalización en el horizonte) el panorama es casi desértico, caminos de tierra enjaulados entre vallas y excavadoras devorando tierra. A tramos la nueva carretera, casi terminada en algunos puntos, parece una autovía tan nueva como fantasmal. 

La obra mantiene rodeada y casi aislada a parte dePríncipe Felipe y los polígonos del Tarajal, que deben dar un gran rodeo para salir de sus barriadas. La evolución de la obra y finalización son un misterio, tanto como las obras del paso fronterizo del Tarajal —ahora inservible tras el cerrojo impuesto por la pandemia— que, según los plazos deberían estar listas en verano al ser de los trabajos considerados urgentes y no se paralizarse durante el estado de alarma. Así y todo, el nuevo paso fronterizo es también un misterio aunque se insiste en que la obra está en plazo y sigue su curso solo con un leve retraso.

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El Polideportivo Díaz-Flor

El nuevo centro de alto rendimiento de Díaz Flor será una realidad “en marzo o abril” de 2021. O lo que es lo mismo: dos años después del plazo de entrega. 

El retraso, explicó recientemente en sesión plenaria el consejero de Fomento, Alberto Gaitán, se debe a que aún está "pendiente de aprobación de un proyecto modificado como consecuencia de la introducción de elementos indispensables para el desarrollo de las diferentes actividades deportivas que acogerá”.

Entre esas mejoras destaca la ampliación de la piscina de 10 a 12 calles, con acceso para personas con discapacidad y el "equipamiento de porterías de waterpolo y anclajes para redes de protección”.

La obra interminable de Gran Vía (Jáudenes y Plaza de África)

Y como fin del paseo, la joya de la corona. Las obras de la Gran Vía. Eran obras sencillas, comunes, no era necesario que salieran siquiera a exposición pública para posibles alegaciones, decía el Gobierno. Pero llevan camino de tres años, tropezando en inconvenientes y acumulando prórrogas.

La pandemia, como en todos los casos, ha retrasado más aún la finalización de unas obras, aunque ha evitado el sonrojo de que llegara otra Semana Santa más, la tercera, sin que los trabajos estuvieses terminados como es debido. No porque por fin se terminaran los trabajos en tiempo y plazo, sino porque no hubo Semana Santa.

El consejero de Fomento y Turismo, Alberto Gaitán, y el de Medio Ambiente y Servicios Urbanos, Yamal Dris, han pasado revista esta semana a las obras de la avenida Alcalde López Sánchez-Prados y su entorno para comprobar el estado de ejecución de las mismas.En la actualidad, los operarios de la empresa pública “están trabajando en la puesta en valor del antiguo convento de los Trinitarios”, al que todavía le resta mucho, así como en los accesos peatonales al aparcamiento subterráneo de la avenida.

Tragsa, responsable de las obras, sigue licitando la compra de hormigón para este proyecto —como para el de Claudio Vázquez— y tiene pendiente aun el proyecto del jardín vertical. Y queda por rematar en parte de Jáudenes y la conexión entre la plaza de África y la calle Independencia, donde todavía han llegado las obras que más promesas han roto.

El paseo podría seguir. Aun quedan hitos en el paisaje urbano de Ceuta. La pista de atletismo, que sigue su ritmo, dice el Gobierno. Lo que está claro es que no es ritmo de récord. Pasado por el reguero de pequeñas obras pendientes por toda la ciudad o grandes proyectos, estos del Estado, pero que son aun un bosquejo que vaya usted a sabe cuándo será realidad: el Museo de Ceuta en las Murallas Reales, a cargo del 1% Cultural del Ministerio de Fomento; el nuevo Archivo en la Rampa de Abastos, la base única militar o el Museo Marítimo del Muelle España, anunciado a bombo y platillo por la Autoridad Portuaria cuando José Torrado era su presidente y que duerme el sueño de los olvidados en algún cajón del puerto…

Son muchos. Y los que por olvido se habrán quedado fuera de este paseo entre carteles de obra descoloridos, vallas de obra, puentes invisibles y puentes que no van a ningún lado, zanjas, socavones y hasta cráteres. Una ruta ‘turística’ por las costuras de la ciudad.

A. Gaitán y Dris en las obras de Gran Vía

Viaje a lo interminable, un paseo por las obras pendientes


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