Cada treinta segundos se publica un libro en algún rincón del mundo. Por qué no ser el autor que firme la siguiente novela. Basta lápiz y papel, o un teclado y un procesador de textos. O eso dicen. Pero no es tan fácil. Bien lo sabe Ezequiel Teodoro, que conoce los dos lados de la trinchera, el de escritor y el de editor con Avant. 

Teodoro ha sido uno de los 26 autores que en otras tantas charlas han explicado en Bibliotecas de toda España el camino ‘De la Creación a la Librería. Cómo se hace un escritor y cómo trabaja un escritor en España’ . Autores de todos los géneros literarios cuyas ‘masterclass’ se han retransmitido en abierto a través del canal de Youtube del Ministerio de Cultura y Deporte. El curso, gratuito, está coorganizado con la Asociación Colegial de Escritores ACE y el Centro Español de Derechos Reprográficos CEDRO.

Para Ezequiel Teodoro son 15 las etapas que han de atravesarse en el proceso de creación. Ingredientes cruciales que puso en práctica en su primera novela ‘El manuscrito de Avicena’. Quince pasos que deben darse para completar el camino. Y cada paso cuenta si no quieres tropezar. Eso sí, este es un somero resumen. La charla completa puede verse en el Facebook de la Biblioteca Pública del Estado en Ceuta. 

1. La idea
“Un libro se resume en su idea. El doctor Jeckyll y Mr Hyde hablaba del bien y el mal, Moby Dick de una obsesión, 1984 de la concentración del poder absoluto”, explica Teodoro. “Una novela no es una sucesión de hechos”. Pero la idea sola no basta, tal vez para u relato, pero no para una novela. La idea es la viga maestra sobre la que se sostienen las tramas y las subtramas.

2.  La sinopsis

Debes poder ser capaz de condensar la novela en 25 palabras. La historia en su mínima esencia. La prueba de que sabes lo que estás contando y puedes hacerlo en una frase. 

3. El Párrafo

No es sino un paso más allá de la sinópsis. Diez o quince líneas en las que se desgrana sucintamente el punto de partida, el nudo, que es el corazón de la novela y el desenlace, que es el objetivo. 

4. El género

Es decir, cómo lo vamos narrar, cuál será el tono, el estilo. En definitiva cuál será el genero. Una cuestión que no es baladí. Cada género tiene sus secretos y, sobre todo, sus convenciones y hay que conocerlas y respetarlas para luego decidir qué hacer con ellas.

5. Localización

El escenario no es tampoco un ingrediente banal. “Es muy importante que el lector vea que los personajes no están en el aire”. Cómo se sitúa el escenario ya es decisión del autor, bien prolijo y detallado, como en la novela clásica o solo insinuado como un marco menos nítido, mostrado solo en detalles, como en la novela moderna.

6. El tiempo

El tiempo, como bien establece la Teoría de Cuerdas y la nueva aventura de Spiderman y su multiverso, es dúctil y poliédrico. También en la construcción de una novela, donde conviven el tiempo histórico y el que atraviesa a los personajes como seres vivos que son, recuerda Ezequiel Teodoro. Y hay que ser respetuosos con el tiempo, especialmente con el histórico. Es vital investigar y documentare, recuerda. “Saber cómo vestían, qué comían, las circunstancias políticas”, reflexiona el escritor y editor, recordando errores de base como el de los los personajes de novelas históricas que transcurren en el siglo I pero se enamoran locamente, cuando la idea de amor romántico era todavía una entelequia. 

7. El conflicto

Sin conflicto no hay novela. El escritor —no sus personajes— buscan el conflicto en la creación literaria con la misma fuerza que los evitan en su vida diaria. “Sin conflicto no hay nada”, zanja Teodoro. “Una novela es la historia de un personaje y su oposición”.

8. El desencadenante

Es la chispa que enciende el motor de la novela, el conflicto. Un suceso que precipita los acontecimientos, que convierte la rutina en acción y que, aconseja, “es recomendable que se introduzca cuanto antes para no aburrir al lector”. Mejor en la primera página, como en ‘Ensayo sobre la ceguera’ de José Saramago, o en el primer capítulo, como en ‘Lost’, de J.J. Abrahams, pone como ejemplos.

9. El clímax

La estructura de una novela tiene tres ces: las de Caracteres (personajes), la de Conflicto y la de Clímax o conclusión. Es la tercera pata, la que justifica las centenares de páginas que la preceden. Sin el clímax, como sucede con el conflicto, no tenemos nada.

10. Los personajes

“Siempre es bueno saber con quién trabajas”, resume Ezequiel Teodoro. La construcción de los personajes y sus universos personales son otra de las claves. Es necesario, recuerda, conocer bien a tu personajes, cómo viven, cómo sienten, cómo piensan, a quién votan… “para que actúen con coherencia”.

11 El antagonista

Es tan importante o más que el protagonista. Es el guardián del equilibrio,. El yin del yan. Algunos llegan a ser tan grandes como su eterno rival. Que se o preguntes a Moriarty.

12. Secundarios

Son algo más que guarnición, son los goznes de la historia. No son solo figurantes, que también, sino que en ocasiones tienen un papel, como el secundario confidente, el catalizador, el destinatario, el opinan, el secundario temático…

13. El narrador

Esta elección marcará el tono y el camino de la novela. El menú de narradores es amplio, tanto como la literatura, pero pueden resumirse en el omnisciente, el narrador que todo lo ve, incluido el futuro de los personajes; el casi omnisciente; el cámara, que no penetra en la psique del personaje solo narra sus acciones; el protagonista, que lo narra en primera persona; o el narrador testigo que al modo del doctor Watson cuenta las andanzas de un tercero. 

14. La corrección

Es la penúltima y más dolorosa y farragosa labor del escritor. “Debes corregir por lo menos seis o siete veces”, calcula. Corregir estilo, contenido, trama, ortografía.. “Solo dejas de corregir cuando ya rechazas el texto”. Teodoro recomienda tener “lectores beta” que ayuden en este capítulo o inciso una corrección profesional. Un manuscrito lleno de erratas o incoherencias queda descartado alas primeras de cambio.

15. La edición

“Antes era más fácil, solo habría un camino”, recuerda, “la editorial clásica”. El editor publicaba tu libro a cambio de un porcentaje sustancioso de los derechos pero eso no garantizaba la promoción o la distribución en todas las librerías. Ahora, la autoedición, observa, preserva el control editorial y comercial en el autor, que observa sus derechos íntegros, pero a cambio no hay distribución, no hay venta ni promoción alguna, más allá de la que haga el propio autor. En medio están las editoriales como Avant, del propio Ezequiel Teodoro, que ofrecen un camino intermedio.