Los 27 hombres y una mujer que fundaron la memoria de Ceuta
El 4 de junio de 1969, 28 ceutíes, 27 hombres y una mujer, unos de Ceuta, muchos otros llegados de fuera, comenzaron a “construir la Biblioteca de Ceuta que hasta ese momento no existía”, ha recordado el que es hoy su director, José Antonio Alarcón. Este año, esa iniciativa a la que llamaron Instituto de Estudios Ceutíes cumple medio siglo de vida y han querido conmemorarlo con la presencia de dos de sus miembros originales: Antonio Bernal y Teodosio Vargas Machuca, memoria viva del IEC.
Han pasado 50 años, 270 publicaciones, miles de artículos, centenares de jornadas, becas, investigaciones y 183 miembros, entre ellos los 28 fundadores. Es de justicia citarlos a todos: Joaquín Amador, Antonio Aróstegui, Manuel Alonso Alcalde, Enrique Arqués, Juan Bravo, Antonio Bernal, Eduardo Buscató, Leopoldo Caballero, Juan Díaz Fernández, José Fradejas, María José Íñiguez, Enrique Jarque, José García Cossío, Manuel García de la Torre, Tomás García Figueras, Manuel Gordillo Osuna, Francisco Lería, Manuel Lería, Luis López Ánglada, Víctor López Fenoy, Rafael Navarro Acuña, Francisco Olivencia, Manuel Olivencia, Carlos Posac, Manuel Ramírez, Alfonso Sotelo, José Ramón Torres Gil y Teodosio Vargas Machuca
“Ceuta era y es una ciudad mercantil, volcada en el comercio y con mucho funcionario de paso”, describe certero Bernal, que recuerda como alrededor del IEC y del Ayuntamiento comenzó a crearse una vida y una infraestructura cultural. Nació la semana del cine, los festivales en el Parque de San Amaro, el Conservatorio alcanzó el rango académico que merecía, se creó la UNED en Ceuta, la residencia de la juventud, la sala municipal de arqueología…. Y el Instituto de Estudios Ceutíes. “No teníamos ni local social, se hacían los consejos en la mesa del despacho de abogado de García Cossío”, recuerda Bernal, que sustituiría a Sotelo como teniente alcalde de Cultura cuando en 1973 asumió la alcaldía tras la marcha de Zurrón. Años en los que no se sabía dónde acababa el Ayuntamiento y empezaba el Instituto de Estudios Ceutíes, recuerda con nostalgia Antonio Bernal.
Teodosio recuerda el papel fundamental de Carlos Posac, una de las claves para el desarrollo de la arqueología en Ceuta pero también para el propio IEC. Su iniciativa de abrir una sala municipal de arqueología supuso un antes y un después para una ciudad que veía como sus mejores huellas del pasado se iban al Museo de Cádiz. Y al frente se puso una mujer, la única en aquellos primeros pasos del Instituto: Pepita Íñiguez.
Sin olvidar los Premios Ceuta, con 40.000 pesetas en becas para trabajos de historia, literatura. Aquella iniciativa supuso que, por fin, el IEC tenía un presupuesto y empezaba a cuajar en la sociedad ceutí. Era ya una realidad asentada en Ceuta. Solo había que hacer lo que estaban deseando: estudiar, investigar. Desde entonces han pasado183 miembros y 270 trabajos de investigación. Más los que vendrán.