La combinación de un escenario totalmente negro con el juego de luces, linternas negras y diferentes elementos pintados en tinta fosforescente conseguía que fuera imposible apartar los ojos ni un segundo de lo que allí arriba se representaba.
Interactuando con el público e interpretando escenas cotidianas y no tan cotidianas, teñidas de humor y mezcladas con música y baile, entretuvieron a grandes y pequeños durante una hora y media.
El público se puso en pie para un largo aplauso final.