En la Ceuta International Symphony Orchestra (CISO) se escucha hablar español con diferentes acentos, árabe marroquí, árabe de Egipto, alemán, portugués, polaco o ucraniano. Pero todos se entienden. Un lenguaje universal sin palabras los une: la música, el idioma con el que desde Ceuta gritan al mundo que la convivencia es posible y da hermosos frutos.

Un experimento cultural que este primero de septiembre, víspera del Día de Ceuta, cumple tres años en los escenarios, aunque hace muchos más tiempo que el proyecto germinara en la imaginación de su promotor y alma, el pianista ceutí Eduardo Hernández. Fue él quien se acercó a la Ciudad, y en concreto a la Fundación premio Convivencia, con la idea, casi utópica, de una orquesta sinfónica en Ceuta. Nada más y nada menos que una orquesta sinfónica formada además con jóvenes talentos de la cuenca mediterránea.Un proyecto que desde entonces no solo se ha hecho realidad sino que ha ampliados aún más sus fronteras y ha atraído a numerosos músicos de medio planeta, de China a México, pasando por Egipto, Jordania, Ucrania.

La CISO lleva tres años ‘in crescendo’, desafiando las limitaciones geográficas de Ceuta primero y capeando una pandemia después. Por cosas del protocolo Covid, la CISO ha tenido que prescindir de muchos de los instrumentos, en especial los vientos, convirtiéndose por un año en una orquesta de cuerda. Pero año tras año, festival tras festival, la Ceuta International Symphony Orchestra sale adelante y culmina su trabajo con el público en pie, rendido a una orquesta que es más bien un concepto, un desafío, el de la convivencia, el mismo que Ceuta afronta día a día. Una orquesta que, además, es un lujo para Ceuta, una ventana a la alta cultura que cada año se abre para los ceutíes.

En este 2021, la CISO, dirigida por la batuta de Edmon Levon, se hizo acompañar en el escenario por Johann Sebastian Bach y su Concierto para piano y cuerdas no 5 BWV 1056; la Rapsodia Sinfónica de Joaquín Turina; Dimitri Kabalevsky y su Concierto para piano y cuerdas op. 99 “Praga”, cerrando la velada con la Serenata para cuerdas en Do Mayor, op. 48 de Piotr Ilych Tchaikovsky.