
Ni quince días han pasado y ya vuelve a estar metido en faena. Ramón Rodríguez Casaubón ha sumado una nueva publicación a su cuenta particular presentando en sociedad un poemario que poco o nada tiene que envidiar a las obras de algunos de los escritores más insignes del panorama actual.
Pese a estar sumido de lleno en el vigente proceso electoral, el cabeza de lista de Podemos sigue entregado en cuerpo y alma a la noble práctica de la escritura. Ni siquiera la agitada campaña y el convulso devenir de los acontecimientos en el seno de la esfera pública han impedido a Ramón dedicar parte de su tiempo a aquello que más le gusta; él mismo ha rehusado pasar por ese aro.
Esa hábil compaginación entre profesión, vocación y afición -trabajo, política y literatura- ha derivado en la confección de un libro de lo más singular, uno que encuentra inspiración directa (y hasta título) en nuestra venerada pedanía pesquera: Benzú, donde reside la luz.

El nombre, como todo en la vida, no es fruto de la casualidad o el azar; tampoco del capricho. Este encuentra su razón de ser en un incontenible fuero interno al que Rodríguez decidió dar salida -de nuevo- a través del papel. Ramón asegura que su llegada a Ceuta le provocó la primera y única crisis de ansiedad que ha padecido a lo largo de su vida. Tras su paso por grandes urbes como Madrid, Barcelona, Málaga o Sevilla, el autor tuvo serias dificultades para adaptarse a la realidad caballa. "Me sentía un poco prisionero", confesaba. "No estaba acostumbrado a estar en boca de todos", añadía.
La problemática se prolongó en el tiempo hasta que el docente descubrió Benzú. El enclave constituyó para este una vía de escape, algo así como un oasis en medio del desierto. "Me servía para abstraerme; quizá fuera por la distancia o por estar en contacto directo con la naturaleza", explicaba el aspirante a diputado, que encontró en las atrayentes puestas de sol y en el calor de los lugareños una suerte de 'tratamiento'.
Fruto de esas abstracciones a las que hacía referencia el líder de la formación morada en suelo ceutí son las decenas de poemas que encuentran acomodo en este particular compendio de 124 páginas, "un libro que -decía- habla de ausencias que, paradójicamente, se convierten en presencias eternas".

Al igual que el recién estrenado Panecillos, bacterias y odio, Benzú, donde reside la luz, vio esa misma luz -en privado- "en plena pandemia". Ramón, que afirma no entender su propia existencia sin la literatura, halló en ella un refugio al dolor que le provocó la muerte de su padre. A él, va dedicado un poema que escribió en el hospital, justo en el momento en el que se dio de bruces con la realidad y fue "consciente de que la relación física se terminaba".
Lo que no se terminó, por fortuna, fue el amor que Rodríguez profesa a lo literario. Para él, la tinta "es algo terapéutico". Mientras así sea (y ojalá que siga siéndolo por muchos años), podemos esperar grandes obras de su puño y letra. La próxima cita, sin ir más lejos, es "en el mes de junio". Veremos con qué tiene a bien deleitarnos entonces el bueno de Ramón.
