“Deseo ardientemente, como buen caballa, dejar huella de mi trabajo en esta tierra que me vio nacer y de la que me siento enormemente orgulloso: nací en Ceuta, y aunque llevo veinte años en los Estados Unidos, soy por supuesto ceutí. He hecho ya muchas obras de temas ceutíes, entre ellas la ‘Dama de Ceuta’ que está en Norteamérica, pero me gustaría, como caballa que soy, dejar algo de mi arte en mi pueblo, dejarla en Ceuta”.

Así se expresaba hace casi medio siglo el artista ceutí Ángel Ruiz Lillo, que se fue al otro lado del Atlántico en 1957 tras regresar a la ciudad autónoma dos años antes para hacer el servicio militar y hacer trabajos de restauración en la Catedral después de estudiar Bellas Artes en Sevilla y Madrid.

Más de cuatro décadas después, la persistencia de la familia que le queda en Ceuta, el empeño de intelectuales como José Manuel Pérez Rivera o Antonio Fuentes y la implicación de la Consejería de Educación y Cultura con Carlos Rontomé al frente, que se hizo cargo del coste del traslado transoceánico, han permitido hacer realidad su anhelo.

La 'Dama de Ceuta' ya está en la ciudad autónoma y ahora se piensa en cuál será el mejor lugar para permitir a todos disfrutar de la escultura. Ivan Whillock, discípulo de Ruiz Lillo, ha sido clave para conseguirlo. Desde Minnesota ha donado a la Administración local tanto esa obra como un Cristo doliente y doscientos dibujos de su maestro.

Pérez Rivera considera que la ‘Dama de Ceuta’ es “un símbolo imperecedero y eterno del alma” de la ciudad, “de su bondad, sabiduría y belleza”. "Es una bella expresión de la riqueza simbólica de esta tierra, de sus sueños, pensamientos y del potencial de este pueblo para resistir a las situaciones más difíciles y sobreponerse frente a todo tipo de calamidades. Su desnudez", ha escrito, "transmite la idea de que la esencia de Ceuta está libre de vestiduras religiosas, ideológicas, raciales, culturales e históricas”.

Hecha de terracota, la escultura se encuentra en “buen estado de conservación”, aunque la Ciudad prevé contratar los servicios de un restaurador para revisarla, así como estudiar la intervención en el Cristo doliente, que muestra peor conservación. “Con los dibujos la idea es revisarlos y clasificarlos para, cuando se pueda, organizar una exposición alrededor de la figura y la obra de Ruiz Lillo”, ha avanzado el consejero de Educación, Carlos Rontomé.