Éxodus, una mirada sobre la inmigración que corta el aliento


Éxodus, una mirada sobre la inmigración que corta el aliento

- Fotoreporteros, periodistas y voluntarios de oenegés reflexionan sobre el problema de los refugiados y la evolución de los movimientos migratorios en la inauguración de una exposición apadrinada por Miradas

- El fotógrafo Juan Carlos Mohr condensa en un duro video de ocho minutos la tragedia de Lesbos dejando sin palabras a público y conferenciantes

- Denuncian el acoso y detención a los voluntarios independientes en Grecia

El uno de noviembre de 1988 apareció en la playa de los Lances, en Tarifa, el primer cadáver de un inmigrante. Se trataba de un noven marroquí, había partido la noche anterior desde Tánger en una patera de madera con otras 22 personas. Cada uno había pagado 35.000 pesetas. Sólo cinco llegaron vivos a la costa. Fue el primero de un inacabable rosario de vidas engullidas por el Estrecho en un movimiento migratorio en el que han cambiado los medios de transporte o las rutas pero lo que no ha cambiado es el drama humano. Aquella foto la hizo Ildefonso Sena para el Diario de Cádiz; hoy, casi treinta años después, la foto podría ser una más de las que conforman la exposición Éxodus’ de los fotoperiodistas Juan Carlos Mohr, Isabelle Serro y Cesar Lopez Balan, apadrinada por la Asociación Fotográfica Miradas.

Una exposición que se inauguró este sábado en la Biblioteca Pública ‘Adolfo Suárez’ y que sirvió además para reunir a los fotoreporteros Juan Carlos Mohr y Paco Guerrero, la periodista de Campo de Gibraltar Carmen González; Halid Mustafa, representante de Cruz Roja Ceuta; Desiree Garcia, colaboradora de Asociación de Apoyo al Pueblo; y Pilar Alba, en representación de la Asociacion ELIN. Juntos reflexionaron alrededor de lo que unos ven como problema o invasión y que ellos ven como una oportunidad para enriquecernos y, de paso, demostrar nuestra condición de humanos civilizados.

Carmen González ha vivido “en propia carne” los últimos 25 años de movimiento migratorio en el Estrecho. Después de aquella ‘primera’ víctima muchas más ocuparon portadas hasta, poco a poco, dejar de ser noticia por acumulación. ”No sabemos cuántas personas han muerto”, lamenta González haciendo un breve repaso por los hitos en la evolución de la inmigración. 1991, España empieza a pedir visados disparando el número de intentos de entrada irregular; la implantación del sistema de vigilancia del Estrecho, SIVE, que obliga a cambiar las rutas primero a Almería y Murcia, más tarde a Canarias, el refuerzo de controles en las Operaciones Paso del Estrecho, que dificulta aún más los intentos; hasta llegar a la Ley de Extranjería y la creación de los Centros de Internamiento de Inmigrantes, verdaderas cárceles para personas que no han cometido ningún delito.

Una evolución que también ha afectado, aunque no como debiera, a la forma de informar. Carmen González advierte del tratamiento informativo, de las palabras, a menudo más peligrosas de lo que suponemos. Palabras como avalancha, invasión, ilegales. ”Es importante equilibrar el derecho a la información con la dignidad de las personas”, advierte recordando que, además, es necesario hablar de lo que hay más allá de nuestra frontera, de las mafias, de las violaciones, de las vejaciones…

Pero cualquiera que este sábado estuviese en la mesa redonda tiene aún unas imágenes grabadas en su retina. El fotógrafo Juan Carlos Mohr grabó en octubre de 2015 un pequeño video que corta el aliento. Ocho minutos de metraje, sin cortes, en crudo, con el sonido ambiente de la desesperación taladrando la conciencia, al que siguió un silencio aterrado entre el público de la Biblioteca. Nadie era capaz de articular palabra. Después de este video deberíamos guardar silencio”, propuso después Halid Mustaffa, de Cruz Roja

Juan Carlos Mohr está casi recién llegado de Lesbos y se le acumulan las denuncias, contra la inacción de nuestro Gobierno central, contra nuestra propia hipocresía con la “vergüenza de la valla” que rodea Ceuta coronada de cuchillas. Pero sobre todo quiere denunciar lo que ha visto con sus propios ojos: la persecución y el acoso legal e incluso la detención de los voluntarios independientes o de pequeñas oenegés que tratan de ayudar a quienes huyen de la guerra en Siria.

La clave la da Halid Mustafa, de Cruz Roja, está en la imntegración, no de quienes llegan sino nuestra propia integración. “Es necesario mejorar en sensibilización”, apunta Mustafa subrayando que “no somos quien para poner fronteras a los sueños”

. Paco Guerro, fotoperiodista del Campo de Gibraltar coincide con Mustafa.”En estos 20 años han cambiado los medios pero no el trato que les damos”. “Les tratamos como ganado”, matiza a su lado Desiree García de la asociación Apoyo a los Sirios, para quien sólo hay una manera de ver este problema, “desde una óptica humana, la única posible”. Ella, como Pilar Alba Dias, a su lado, en representación de la Asociacion ELIN, son la otra cara de este trato inhumano. Ellas son dos voluntarias y, la una en Sevilla y la otras en Ceuta, trabajan por la integración y la sensibilización como proyectos independientes, sin subvenciones públicas. Ellas hacen que el inmigrante al menos recupere en pare lo que perdió al partir: su casa.

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