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El largo cautiverio de Tupac Amaru en Ceuta

El largo cautiverio de Tupac Amaru en Ceuta
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José Gabriel Condorcanqui Noguera o José Gabriel Túpac Amaru. Fuente: Wikipedia

Hace casi 232 años, en junio de 1788, Túpac Amaru desembarcaba en Ceuta. Comenzaba así su destierro en el norte de África en castigo a su participación en la rebelión que inició su medio hermano José Gabriel en 1780 en el Virreinato del Perú. Un confinamiento al otro lado del mundo del que dejó testimonio con el libro ‘El dilatado cautiverio’ (1822), en el que este martes ahondará el ensayista y escritor peruano Juan Manuel Chávez Rodríguez en su conferencia  "Ceuta en el centro de la vida de Tupac Amaru en el exilio”, desde las 20:00 horas en la sala de usos múltiples de la Biblioteca Pública del Estado.

“A los 80 años de edad, y después de 40 de prisión por la causa de la independencia, me hallo transportado de los abismos de la servidumbre a la atmósfera de la libertad”, escribía José Gabriel Condorcanqui Noguera, llamado igualmente José Gabriel Túpac Amaru (Surimana, Canas, Virreinato del Perú, 19 de marzo de 1738 - Cuzco, 18 de mayo de 1781), conocido posteriormente como Túpac Amaru II o simplemente Túpac Amaru. “Un hombre que desafió con la escritura esa forma de silencio que es toda vida en el exilio”, explica Juan Manuel Chávez Rodríguez.

“La rebelión empezó cerca del pueblo de Tinta, el 4 de noviembre de 1780, con la captura del corregidor Antonio de Arriaga, funcionario que ejercía el poder sobre personas e impuestos en la región, y prosperó hasta abril de 1781, en que José Gabriel fue detenido”, explica Chávez en un artículo para el diario ‘El Peruano’. El juicio al rebelde duró un mes y terminó con la sentencia a 200 azotes públicos y el destierro al castillo de San Juan de Ulúa (México), aunque finalmente su destino sería otro muy lejos de allí, exactamente a 8.830 kilómetros: el presidio de Ceuta. 

Tupac Amaru languideció en Ceuta desde 1788 hasta 1822, cuando la revolución logró arrodillar a Fernando VII en el conocido Trienio Liberal, un efímero lapso democrático en el que los americanos presos en Ceuta fueron liberados. La escritora Concepción Arenal, en su libro Estudios penitenciarios (1877), cuenta que en aquel entonces “los criminales más peligrosos se llevan lejos, muy lejos; y sea que se corrijan o no, que se enmienden o que se mueran, no vuelven por regla general”. Juan Bautista fue, en cierto modo, una excepción, señala el ensayista peruano.

Una Ceuta que Chávez describe así basándose en las crónicas de la época: “Isidoro de Antillón en ‘Elementos de geografía astronómica, natural y política de España y Portugal’ (1808) detalla que en Ceuta se habían formado barrios con jardines “y hay varias alamedas, pozos, y algunas fuentes para beber”, agua a la que accedían vecinos y desterrados; incluso, Juan Bautista tuvo un huerto para sus cultivos. Él no habitaba entre rejas, su presidio eran las fronteras de ese territorio africano en el desierto del Sahara tan distante y distinto de su juventud en los Andes”.

Tenía 75 años cuando se embarcó para cruzar el Atlántico de regreso a  América con su manuscrito contando su experiencia como salvoconducto. “El título completo del texto es El dilatado cautiverio, bajo el gobierno español, de Juan Bautista Tupamaru, 5° nieto del último emperador del Perú. Son 38 páginas en que su autor desvela el pasado para enfatizar su procedencia incaica de linaje cusqueño y detallar su participación en la rebelión que lideró José Gabriel, así como los castigos que recibió durante décadas; además, establece una continuidad desde aquel levantamiento hasta los procesos independentistas que coronaron José de San Martín y Simón Bolívar. En su último párrafo, Juan Bautista asegura “que aunque desgraciada”, su narración “será útil para el mundo”, relata Chávez. Pese a todo, Tupac Amaru nunca logró volver a Perú. Murió en Buenos Aires, cinco años después de su llegada, pero “dejó un testimonio que da cuenta del cambio, el paso de un orden colonial a otro republicano bajo los pormenores de su propia existencia”, valora Juan Manuel Chávez.

Este martes 25 de febrero la historia le devuelve su honor en Ceuta con una conferencia que sirve también de homenaje a Tupac Amaru aquel que un día dijo “volveré y seré millones”. Y volvió.

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