BARTOLOMÉ ROS

Una mirada privilegiada a los años dorados de Ceuta

Una mirada privilegiada a los años dorados de Ceuta
Bartolomé Ros pan
Bartolomé Ros pan
La exposición, que muestra el trabajo del fotógrafo entre 1920 y 1930, podrá verse hasta finales de agosto en el Museo del Revellín

El tesoro fotográfico de Bartolomé Ros (1906-1974) vuelve a casa. Desde este 24 de junio y hasta finales de agosto, el legado del fotógrafo que retrató los años 20 en Ceuta podrá verse en el Museo del Revellín. Son solo unas pocas imágenes seleccionadas de entre los más de 2.000 negativos en acetato y cristal cedidos por la familia Ros al Archivo General ce Ceuta, que los custodiará y conservará como merecen, además de digitalizarlos para que puedan ser consultados online.

Rocío Valriberas, directora el Archivo General de Ceuta, destaca el valor de esta cesión, un fondo documental que sirve de ventana a los años dorados de Ceuta, los años 20, en los que la ciudad autónoma crecía al calor del Protectorado, y que desde ahora guardará celosamente la Ciudad Autónoma. Ha sido años de trabajo, interrumpidos por la pandemia, para realizar un complejo proceso de digitalización y conservación, así como el traslado de los originales de Madrid a Ceuta, un material muy delicado que desde ahora se guardará en una nevera especial para material fotográfico.

Submarinos abarloados preparasos para el desembarco de Alhucemas

Minutos antes de la inauguración de la exposición por la propia Valriberas acompañada por el consejero de Cultura, Caros Rontomé, el cronista oficial de la Ciudad, José Luis Gómez Barceló, aprovechaba para disfrutar en soledad del legado fotográfico que la familia Ros ha cedido a Ceuta, todo un tesoro para un historiador, que puede asomarse a unos años cruciales para Ceuta, desde 1920 a 1930.  Allí encuentra a Barceló este reportero, contando desde ese momento con un guía excepcional. Gómez Barceló conoce bien los fondos que ahora se muestran en el Museo del Revellín, ha buceado en ellos durante años. Su valor documental es excepcional, pero no menos que su valor artístico. 

“Es la mirada de un joven, hay un gran componente de juventud y de descubrimiento en su mirada”, aprecia el cronista, recordando que estamos ante un caso excepcional. El trabajo que aquí se muestra y todo el catálogo cedido corresponde a solo diez años de trabajo como fotógrafo profesional, “de los 18 a los 28 años”, precisa Gómez Barceló. Ros no era un artista, la fotografía era su medio de vida y también su manera de mirar el nuevo mundo que se abría ante sus ojos. Ante la mirada del joven murciano recién llegado a la próspera Ceuta, desfilan trasatlánticos, paradas militares, submarinos preparados para el desembarco de Alhucemas, obreros cargando carbón en el Puerto de Ceuta, Serrano Orive a bordo de un biplano, unos de los primeros baños de Ceuta con agua corriente… Eran los años dorados de la ciudad, en plena explosión de desarrollo. Y allí estaba Bartolomé Ros para dejar testimonio. Fotógrafo de la Legión o de la Autoridad Portuaria, Ros retrató la ciudad y a los ceutíes, dejando un trabajo documental de incalculable valor.

Bartolomé Ros

Pero su condición de fotógrafo documental, en ocasiones por encargo, no resta un ápice de valía artística a su trabajo. “Era un fotógrafo profesional, no vocacional, pero sus fotografías son excepcionales”, resume Gómez Barceló. La potencia de su blanco y negro, el sutil equilibrio de una composición que evoca los grandes clásicos, en ocasiones casi pictórica, y su indudable capacidad técnica brillan en todas sus imágenes. “La mirada se tiene o no se tiene, Bartolomé Ros la tenía”, destaca José Luis Gómez Barceló.

Son muchas las fotografías que salen al paso de la mirada del visitante. Imágenes que condensan la esencia de una época: los submarinos esperando el desembarco de Alhucemas,  las instantáneas del puerto con los obreros cargando a la espalda el carbón,… Pero una brilla sobre todas, especialmente teniendo en cuenta las limitaciones de las cámaras fotográficas de la época. En ella, un legionario se entrena saltando un listón sujetado por otros dos compañeros. La nitidez y la precisión de la imagen son absolutamente perfectas, toda una proeza con la tecnología disponible entonces, probablemente una cámara de cajón o una Rolleyflex.

Diez años de trabajo frenético que dieron como resultado más de 2.000 negativos en cristal y acetato que hoy son parte indispensable de la historia de la fotografía en España. Y ahí acabó la etapa de Bartolomé Ros como fotógrafo. A los 29 años, la vida de Ros dio un giro con la adquisición de los derechos de distribución de Agfa y Phillips entre otras marcas punteras. Así nació Casa Ros.

Pero, aunque colgó la cámara, que solo volvería a usar como cualquiera, con retratos de familia y fotos de viajes y vacaciones, la trayectoria empresarial de Bartolomé Ros no se separó nunca de la fotografía. En 1929 funda la citada Casa Ros en Ceuta, dedicada a la importación y venta de aparatos fotográficos y fonográficos y que supone el punto de partida de su pequeño imperio empresarial, que alcanza su cumbre abriendo en Madrid en 1963 un laboratorio fotográfico que dio servicio a profesionales y aficionados de toda España y que se convirtió en una referencia.

Aunque Bartolomé Ros dejó la fotografía, la saga siguió vinculada a este arte. Su hijo Alberto, nacido en Ceuta en 1933, levantó los laboratorios y Alberto Ros Díaz (Madrid 1969), nieto y sobrino de los anteriores siguió también la senda de la fotografía, como lo hiciera la docente e investigadora Rosa Ros, responsable del legado de su padre y de la cesión de sus fondos ala ciudad autónoma.

Legionario entrenando

Puerto de CeutaDuchas en un acuartelamiento de la LegiónObreros cargan carbón en el puerto de Ceuta1929 Uno de los primeros baños con agua corrienteEscuela años 20

Serrano OrivePanorámica de Ceuta Bartolomé Ros Años 20

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