No hay manera: Miradas no ceja en su empeño de acercar el noble arte de la fotografía al ceutí de a pie. La entidad que agrupa a los fotógrafos más destacados de nuestra salada tierra ha presentado en sociedad este frío 7 de diciembre la que, con total seguridad, será su última exposición del año. Puede que sea la última, sí, pero no por ello tiene que ser la peor; todo lo contrario: su solo encanto hará las delicias tanto de aquellos que están metidos de lleno en el mundillo como de quienes tienen poca o ninguna idea del tema.

Hay por ahí quien dice que el amor a primera vista no existe, que lo de quedar prendado de alguien (o algo) solo con echarle una ojeada no es más que una patraña sin fundamento alguno. Si es así, la muestra que hoy nos ocupa debe estar, al menos, muy próxima a eso que comúnmente se conoce como 'flechazo'. No exageramos.

La exhibición en cuestión se titula La insignificancia del hombre. La misma ha encontrado acomodo en el Centro de Exposiciones FIAP del Teatro Auditorio del Revellín. Las imágenes allí expuestas -treinta en total- llevan la firma de un célebre retratista conceptual de origen neerlandés llamado Marcel Van Balken, al que su dilatada trayectoria y su maña al otro lado del visor le han valido, hasta la fecha, más de un millar de premios internacionales. Ahí es nada.

Van Balken es especialista en "fotografía arquitectónica y creativa". Sus temas preferidos tienen que ver con la vida urbana, a saber: calles, edificios, estatuas, plazas, escaleras... La expo nace con la pretensión de plasmar sobre el papel (fotográfico) la mediocridad del ser humano (de ahí, precisamente, su nombre) en contraposición con la grandeza del mundo que a todos nos rodea. La ejecución, desde luego, es inmejorable.

A diferencia de lo visto en tantas y tantas presentaciones anteriores, esta vez, el color se ausenta por completo; ocupan su lugar el blanco y el negro. La idea tiene sentido si lo que se busca (y eso es justo lo que se busca) es acentuar la insignificancia del hombre y lograr, de paso, una experiencia exponencialmente más inmersiva.

La perspectiva, el segundo gran aliado del fotógrafo, también desempeña un papel casi protagonista. La mayoría de las imágenes están tomadas desde ángulos bien abiertos, con planos generales; se busca, así, resaltar aún más la pequeñez de los retratados.

Como en toda muestra que se precie, la mayoría de las láminas que componen la que ha propiciado la elaboración de este modesto artículo encuentran en el juego de luces no solo un denominador común, sino buena parte de su razón de ser. Lamentablemente, los reflejos de la sala hacen que las capturas que estás viendo no luzcan de la mejor manera, obstáculo del todo insalvable salvo que decidas pasarte por el lugar personalmente.

Si eres un enamorado de la fotografía, la visita es obligada. Si, simplemente, te pica la curiosidad, también. Sean cuales sean tus circunstancias, el que escribe estas líneas de recomienda encarecidamente que te dejes caer por el Revellín para darle a tus ojos el gustazo de contemplar con detenimiento cada uno de los cuadros que Miradas ha tenido a bien exponer para nuestro deleite. Que no se te pase: tienes hasta el 21 de diciembre.