HISTORIA

El primer novio de la muerte, un mito escrito en primera persona

El primer novio de la muerte, un mito escrito en primera persona
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Vitrina con efectos personales de Millán Astray en el Museo de la Legión.

José Millán-Astray Terreros (La Coruña, 5 de julio de 1879-Madrid, 1 de enero de 1954) “fue un militar español fundador de la Legión y de Radio Nacional de España y fue procurador en Cortes entre 1943 y 1952, resume la Wikipedia en apenas renglón y medio sin meterse en jardines. Pero Millán Astray fue eso y mucho más.

Mito o caricatura, legendario por su bravura y entrega; u odiado y temido a partes iguales por su parte de culpa, mucha, en la construcción del discurso y la parafernalia franquista. Un mito que, por cierto, construyó el mismo.

“Alto, enjuto, con voz de arenga”, le describe el trasunto de Franco en la novela falsamente autobiográfica de Vázquez Montalbán ‘Autobiografía del general Franco’.  Y “con un físico que imponía”, y eso que en aquellas fechas la guerra aún no había hecho mella en su cuerpo. Millán Astray presumía de ser el militar más laureado y el más mutilado de Europa. Le faltaba un ojo, el derecho, y un brazo, el izquierdo, pero le sobraba labia. Autoritario,  seductor, enamorado del fascismo, carismático, violento, mutilado…

Un personaje real que resultaría increíble en la ficción. Un personaje que creó el propio Millán Astray. Buena parte de su mito lo construyó el mismo, apunta en ‘Millán Astray legionario’ el historiador Luis Eugenio Togores, apasionado de la figura del militar: “Su fama como soldado y fundador de la Legión, fomentada desde un principio por el propio Millán Astray, perfecto conocedor de lo que los medios de comunicación pueden hacer y lo que el cultivo de la propia imagen puede dar de sí, hacen de él uno de los generales más populares y famosos de entre los sublevados”. Un saber hacer que puso al servicio de Franco desde los primeros compases del golpe.

Desde agosto de 1936 Millán Astray está plenamente integrado en el círculo de colaboradores más estrechos de Franco y el 15 de agosto hace en Sevilla, junto a Franco y Queipo de Llano, su primera aparición en público, en un acto para proclamar la bandera roja y gualda como enseña de la España Nacional. Dos meses después es ya el jefe de prensa de Franco, dirigiendo la oficina como un cuartel, dando arengas en vez de ruedas de prensa y convocando a  los periodistas a toque de silbato y construyendo el relato del golpe. Fue, según Paul Preston en ‘Las tres Españas del 36’, "la persona que más influencia ejerció en la formación moral e ideológica de Francisco Franco y contribuyó al ideario violento de la extrema derecha española" con la creación de un cuerpo a imagen y semejanza de la Legión extranjera francesa con el que "institucionalizó y evangelizó los valores brutales y embrutecedores con que Franco libró y ganó la guerra civil española".

Un encuentro decisivo entre Pinto y Valdemoro

Un personaje crucial para Franco. Así lo entendía también el escritor y periodista Manuel Vázquez Montalbán en su celebrada ‘Autobiografía del general Franco’, en la que reconstruye en primera persona el encuentro del dictador y el que habría de ser su mentor y referencia como militar y como hombre: “Era un viaje para unas prácticas de tiro de precisión para oficiales que me llevó a Pinto, cerca de Madrid (según otras fuentes fue en Valdemoro), viaje providencial porque en el mismo curso habría de encontrarme con el legendario Millán Astray, encuentro decisivo en mi vida y en la de España, capital para comprender el inicio y sentido de la formación de la Legión o Tercio de Extranjeros, empeño del entonces teniente coronel José Millán Astray Terreros paisano de La Coruña. ¿Quién era Millán Astray? Ante todo he de decir que su físico imponía. Alto, enjuto, con voz de arenga y un prestigio militar sin mácula iniciado durante su estancia en Filipinas donde llegó con la graduación de alférez y apenas diecisiete años de edad. Sus actos de valor consiguieron impresionar a sus compañeros, pero no a los políticos de Madrid y él, testigo directo del desastre, me contó varias veces la sensación de indignación y derrota con la que volvió a España, donde pronto destacó como un oficial estudioso, laureado en la escuela de la guerra y uno de nuestros mejores expertos en topografía. Como todo militar de verdad, ansiaba volver a entrar en combate y lo consigue al ser destinado a África en 1912 (…)Millán Astray era un decidido intervencionista y desde su cargo de vocal de la Comisión Técnica del Ejército en Madrid, ya teniente coronel empezó a programar lo que sería una tropa de élite, el Tercio de Extranjeros o, como él le gustaba llamarlo, la Legión. Tuvo el apoyo moral y político del general Berenguer, convencido de que contra los moros debían emplearse «... las armas más terribles que puedan esgrimirse contra aquellos infieles, su propia codicia y sus inconstancias, envidias, odios, rivalidades y ambiciones que siempre les hacen estar predispuestos a la traición y a pactos vergonzosos, incapacitándoles para la unidad dentro de una misma causa».

La leyenda nace en Filipinas

Su carrera en el Ejército comenzó desde antes ya de la mayoría de edad combatiendo en Filipinas. “Ya era un héroe con 17 años”, apunta el por el teniente coronel José Luis Navarro Otero, presidente de la Asociación de Antiguos Legionarios de Ceuta y el guía de Ceuta al Día por los entresijos del Museo de la Legión.

Millán Astray, para disgusto de su padre que quería que fuera abogado, se matriculó en la academia de infantería justo cuando el imperio se descomponía y hacían falta soldados. En sólo dos años era alférez segundo y meses después, alistado voluntariamente, zarpa hacia Filipinas, donde mandando un regimiento de 30 hombres en un pueblo llamado San Rafael, resiste el embate de una fuerza de 2.000 enemigos, relata el teniente coronel Navarro. En Filipinas nace la leyenda. “En Filipinas nace el héroe”, matiza Navarro. Vuelve cargado de medallas, pero será su participación durante dos décadas en el conflicto de Marruecos lo que marque su espíritu y su cuerpo. África y el ‘Bushido’, el código de los samuráis, ‘el camino del guerrero’ japonés,  eran, decía el mismo, los pilares de su pensamiento y el germen de la Legión.

Una idea que empezó a madurar en 1918. Los soldados de leva que iban forzosos a la Guerra de África “eran bisoños y mal instruidos” y a Millán Astray se le ocurrió que adaptar en el Protectorado el modelo de la Legión Extranjera en Argel podía ser “una forma de ahorrar vidas españolas, explica el teniente coronel, “introduciendo nuevas tácticas para luchar en la guerra de guerrillas”. Un cuerpo que, subraya Navarro, tenía como prioridad ir en vanguardia, siempre. “Y hasta ahora lo hemos cumplido”, subraya Navarro orgulloso. El credo no hay que tomárselo al pie de la letra, insiste Navarro, “hay que adaptarse a los tiempos”. De hecho, desde los 90, la presencia de la Legión en las misiones internacionales es permanente y siempre a la cabeza y fueron los primeros en sumarse a una misión humanitaria en El Salvador.

Pero el espíritu de los ‘novios de la muerte’ y algunos puntos del credo legionario, escrito de puño letra de Millán Astray, conservan versos que no encajan con los nuevos valores. En los años 90, recuerda Navarro se votó en las Legión qué hacer, cambiar los espíritus como el que apelaba a la “unión y socorro con razón o sin ella”, pero la decisión fue unánime. “Preferíamos que guardaran el credo legionario en un cajón antes de que cambiaran una coma de lo que escribió Millán Astray”. La clave está en saber interpretarlos y adaptándolos a los tiempos.

El general más mutilado de Europa

Millán Astray  se había dejado medio cuerpo en la Guerra de África, no se sabe si por temerario o gafe, pero también eso lo convirtió en mito. Así lo describe Togares en su biografía sin ahorra detalles ni adjetivos, en especial en su última frase: “En mitad del pecho, justo encima del corazón, sus numerosas condecoraciones ocultan la cicatriz de un disparo. Lo recibió el 17 de septiembre de 1921, en el ataque a Nador por el barranco de Amadi. Por el muslo derecho le asciende otro (..) siendo tan grave la herida que el 18 le dan la extremaunción y lo trasladan a Madrid. En un bosquecillo de Fondak le cruzó el codo el balazo de otro rifeño, la mañana del 26 de octubre de 1924, cuando arengaba a unos soldados del Batallón de Burgos. (…). El 4 de marzo de 1926, el tiro certero de un rifeño, en las operaciones de Loma Redonda, le produce la pérdida de un ojo, partiéndole la mejilla y astillándole la quijada. El impacto le arrancó casi todos los dientes. Unos puntiagudos colmillos y unos incisivos mellados y amarillentos, perdidos en la oscura sonrisa, entre dos grandes orejas de perdiguero, le dan aspecto entre goyesco y solanesco”.

La tumba secreta del ojo de Millán Astray

El caso es que, fiel su concepción de sí mismo, convirtió lo que podría ser un drama para un soldado en su nueva arma de comunicación hasta transformar en mito sus mutilaciones. Su brazo fue enterrado en la tumba de su amigo el comandante Valdés, “para que lo abrazara” y conservó en formol el ojo que perdió en Loma Redonda. Un ojo que permaneció en el Museo de La legión e incluso se expuso al público en una muestra en el Casino Militar, desobedeciendo durante más de medio siglo la última orden de Millán Astray, que precisó cuatro años antes de su muerte que un comandante legionario debía enterrar su ojo en el acuartelamiento de Melilla en un lugar secreto para que nadie pudiera encontrarlo. Una orden que no se cumplió hasta 2003 cuando el comandante Miranda lo trasladó a Melilla para cumplir la voluntad de su jefe.

Sus años de 'africanista' finalizan con la llegada de la República, cuando le ofrecen irse a América Latina pese a que una medida de gracia de Alfonso XIII le había mantenido en servicio pese a sus graves mutilaciones. Volvería para sumarse al golpe junto a su amigo el general Franco, que le haría Ministro de Prensa durante la contienda aunque nunca llegara a combatir.

Siguió formando parte del círculo íntimo de Franco, oficial u oficiosamente, hasta después de la Guerra, pero un lío de faldas lo obligó de nuevo al exilio en 1941, con 62 años, esta vez para no propiciar un escándalo al dejar embarazada a una sobrina treintañera de Ortega y Gasset , Rita Gasset, con la que tiene una hija en Lisboa, Peregrina Millán Astray, 'la portuguesita'.

A su regreso a Madrid, pasada la tormenta de su enésimo lío de faldas, retomó su vida plácida de héroe del Régimen, eso sí, casi arruinado tras toda una vida dedicada al Ejército. Así siguió hasta su muerte, el primero de enero de 1954. El resto es historia, la que dejó escrita él mismo.

El primer novio de la muerte, un mito escrito en primera persona


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